
Lenta e inexorablemente nos acercamos al término de Capitán Tsubasa, y es que la reseña de su tomo n.º 20 es la penúltima que os ofreceremos. Así es, la nueva edición de Planeta Cómic está a punto de terminar, pues la final del mundial juvenil es el primer gran punto de inflexión de un manga histórico.
Así pues, dentro de nada nos tocará despedirnos ‘definitivamente’ de Oliver y Benji. Al menos de este primer manga. ¿Quién nos dice que dentro de un tiempo no harán una edición parecida con sus siguientes sagas? Sería algo que nos haría muy felices, pues disponer de la colección completa sería algo mágico.
Dicho esto, ¿qué podemos esperar de este tomo? Pues lo cierto es que la dinámica no ha cambiado demasiado respecto a los volúmenes anteriores. Captain Tsubasa sigue teniendo las mismas virtudes y defectos de siempre.
En cierto modo, esta penúltima entrega los lleva al límite, pues vemos que los cuerpos de los protagonistas están más desfigurados que nunca; las proporciones siguen siendo erráticas, lo cual le resta algo de planor en pleno 2025.
Además, las jugadas de ensueño se siente más extraña que nunca. Por ejemplo, uno de los goles más importantes del encuentro —todavía no ha terminado— entre Alemania y Japón lo anota Misaki después de que Ozora lo empuje a portería pegándole algo así una patada en los pies.
En efecto: Tsubasa pega sus pies a los de su compañero de selección y hace fuerza, empujándole dentro de la red después de que Muller (el portero germano) detuviese un tiro a bocacarro, produciendo un extraño choque entre mano, balón y cabeza.
Reseña de Capitán Tsubasa n.º 20 | Portada, sinopsis y edición

¿¡Conseguirán Tsubasa y los suyos horadar el muro de acero de la portería del gigante de hierro!?
Se celebra la final entre las selecciones sub-16 de Japón y Alemania. A pesar de dominar el centro del campo, los nipones se estrellan una y otra vez contra el cancerbero rival, Müller, que no deja pasar ni uno de los intencionados disparos de los japoneses.
Colección | Capitán Tsubasa vol. 20 de 21 |
Autoría | Yoichi Takahashi |
Género | Deporte, drama |
Formato | Rústica con solapas con s/cub |
Tamaño y páginas | 12,8 x 18 cm con 336 páginas en b/n (ambos) |
Precio | 13,95 € |
Traducción | Marc Bernabé y Verónica Carafell (Daruma) |
Fecha de lanzamiento | 12 de febrero del 25 |
Reseñas | Volúmenes anteriores |
Tras lo mucho que ha evolucionado el spokon, este tipo de escenas se sienten demasiado raras. No voy a negarlo: es incluso un poco ridículo. Pese a ello, sigo valorando positivamente el trabajo de Yoichi Takahasi, pues se atrevió con un deporte que por aquel entonces no vendía tanto en Japón.
Además, fue uno de los grandes impulsores del manga fuera del país del Sol Naciente. Muchos de nosotros crecimos junto a Oliver y Benjni y eso es algo que no se olvida. Es por esto que no puedo ser subjetivo con la que podría ser una de sus mayores virtudes: el factor nostalgia.
Aunque haya viñetas un tanto peculiares, Capitán Tsubasa es un manga cuya lectura se disfruta mucho. Al menos ese está siendo mi caso. Partido a partido, Tsubasa y sus compañeros me recuerdan por qué estaba tan enganchado al anime de pequeño.
El balón en los pies pronto dejará de echar a correr

Si bien es cierto que a veces se pierde un poco en el ritmo, este encuentro y casi cualquier otro tienen algo muy importante: tensión. De la misma manera, sabiendo que su autor no se corta ni un pelo, también genera curiosidad.
Tienes ganas de ver con qué te sorprenderá a continuación, ya sea con una Catapulta Infernal o mediante un Tiro del Tigre capaz de reventar la red de la portería. Son técnicas que, en cierto modo, hasta te ilusionan, pues has vivido junto a ellas.
Por lo tanto, incluso 20 tomos después, Capitán Tsubasa sigue teniendo el don de despertar al niño que llevamos dentro. Como es lógico, esta no es su única virtud, pero sí es una de las más evidentes. Es por esto mismo que siempre pensaré que esta edición está especialmente pensada para los nostálgicos.
Dicho esto, y cambiando un poco de tema, me gustaría hablaros un poco del contenido este tomo. A grandes rasgos, Alemania y Japón están enfrentándose en la gran final del Mundial sub-16. Es el encuentro que más se ha vendido desde el principio, pues la selección bácara lleva con la vitola de favorito desde el principio.
Todos los que han hablado de ella en algún u otro momento, lo han hecho destacando su gran fortaleza defensiva, la calidad de su portero o el dominio de Schneider. Es un conjunto tremendamente hábil con una capacidad impresionante.
Hasta ahora, muy pocos han sido capaces de perforar las redes de su portería, siendo una de las defensas juveniles más férreas del mundo. Por su lado, Japón es uno de los conjuntos más imaginativos del torneo. Aunque atrás no son tan buenos, tocan muy bien el balón.
Tsubasa, el futbolista total

Se nota que Takahashi-sensei era fan del Barcelona, pues su estilo de juego recuerda mucho a los blaugranas. Les gusta el tiki-taka (el de antaño, pues es un manga anterior a la era de Pep) y miman el balón. Construyen sus jugadas poco a poco y les gusta tener el control del balón.
Ozora es el que mejor expresa esta realidad, quien da un nuevo paso en su carrera al darse cuenta (le ha costado) que un delantero puede hacer algo más que marcar goles. Es por esto mismo, y tras enfrentarse a una defensa casi impenetrable, que desata su faceta más colaborativa.
Buscando la victoria de cualquier manera, Ozora empieza a repartir pases y asistencias por aquí y por allá, reconstruyendo sus habilidades acrobáticas para convertirse en uno de los pasadores más imprevisibles del campo. A fin de cuentas, ¿a quién se le ocurriría dar una asistencia con una chilena más que a él?
El talento del crack japonés es descomunal y cada nueva dificultad le hace descubrir una nueva faceta del juego. En muchos casos, parecen lógicas, pero debemos recordar que —pese a su exagerada estatura dentro del campo— sigue siendo un chaval de 16 años.
Un chaval, eso sí, que está a punto de dominar el mundo.


- Es pura nostalgia.
- Sigue siendo un buen spokon.
- Tiene un gran valor coleccionista gracias a su gran edición.
- Algunos secundarios comienzan a tener más importancia.
- Nos empieza a enseñar que los protagonistas no ganan siempre.
- Abrir la trama al mundo y a Europa le da más bagaje.

- Ha envejecido algo peor de lo que nos gustaría reconocer.
- El dibujo sigue fallando en cuanto a proporciones y definición, y lo seguirá haciendo hasta el final.