Voy a ser completamente sincero con vosotros: escribir una reseña de Beck con objetividad es algo presumiblemente imposible, puesto que es uno de mis animes y mangas preferidos desde que era un crío. En un tiempo en el que las licencias editoriales oficiales todavía no estaban presentes, mi «yo» del pasado recurrió a métodos de los cuales no estoy orgulloso. Y no, no hay excusa. Lo que está mal, está mal, y es por eso mismo que llevaba años sin leer nada de Harold Sakuishi.
Por suerte, Distrito Manga le ha puesto fin a mi drama personal, ya que —por fin, tras una espera que se me ha hecho eterna— ahora sí que podemos adquirir la serie en español. Antaño, a nuestro alcance solo estaba la versión inglesa, mas eso se ha acabado. La filial de Penguin Random House ha entrado tirando la casa por la ventana con un puñado de licencias epiquísimas. Y sí, Beck es una de ellas.
Sobre todo porque no vais a encontrar nada parecido en el mercado. Por suerte o por desgracia, los mangas musicales no están a la orden del día. Ya nos lo dice su autor en la entrevista exclusiva que viene en el primer tomo: «el medio del manga no tiene sonido» y es por eso mismo, entre otros motivos, «hay tan pocos ejemplos del género de manga musical que hayan tenido éxito».
Por eso nos gusta tanto que Beck haya sido licenciada en España. Porque no hay muchos mangas musicales que hayan llegado a triunfar; no hay tantas historias, aunque poco a poco el género va creciendo, que sean tan buenas como esta. Al menos no si hablamos de un manga cuyo eje total y absoluto, más allá de los dramas adolescentes de sus protagonistas, sea la música.
Reseña de Beck n.º 1 y 2 | Portada, sinopsis y edición
Yukio Tanaka, conocido por todos como Koyuki, es un chico de catorce años insatisfecho con el rumbo que de momento parece llevar su monótona vida. Sin embargo, todo dará un vuelco cuando el joven salva a un perro de extraña apariencia de unos macarras y conoce a su dueño, Minami Ryûsuke. Al parecer, se trata de un guitarrista estrella de dieciséis años que acaba de regresar de Estados Unidos y cuya banda de rock se ha disuelto. Tras escuchar algunas cintas prestadas, la música de Occidente empezará a calar hondo en Koyuki, por lo que decide apuntarse a clases de guitarra. ¡Así es como comienza la leyenda musical de un joven aburrido con la vida y un guitarrista genial!
Autoría | Harold Sakuishi |
Volúmenes | 2 de 17 (estimación) |
Género | Shônen, comedia, drama, romance, slice of life |
N.º páginas | 402 |
Precio | 15,95 € por los dos tomos |
Lanzamiento | 01/12/2022 |
Habiendo introducido un poco el manga, nos toca hablar de la edición, aunque en esta ocasión Distrito Manga (perdón por la expresión) se la ha sacado. Pero completamente. Esta primera tirada, que tiene un precio de 15,95 €, ha venido junto con una oferta muy loca, ya que incluye los dos primeros volúmenes de la serie en formato kazenban. Vamos, que es casi un 2×1 de lanzamiento.
Al disponer de los dos primeros tomos, además, se potencia mucho más el impacto inicial de un manga que ha acertado tanto en la edición como en la traducción. Destacamos, pues, el trabajo de Daruma (vía Marc Bernabé) en la adaptación idiomática como la de Olivia Sanz, Montse Muñoz y Jordi Codina en la maquetación (también desde Daruma).
Así pues, lo que nos ha presentado Distrito Manga es una gran obra con dos tomos en un único pack acompañados de una suerte de ‘cobertura’ de cartón adicional en la que podemos guardar ambos en su conjunto. Sin más, una oferta brutal con un manga todavía mejor con una oferta de lanzamiento increíble.
Algo inédito: un manga musical con más de 20 años
Vale, ¿y qué es Beck? Beck es la historia de un grupo de jóvenes con un sueño: triunfar en el mundo del rock y la música. No obstante, todo empieza de manera diferente a lo que cabría esperar. Lejos de arrancar con la fundación con un grupo de gran potencial, la historia nos presenta a Yukio «Koyuki» Tanaka. Koyuki es un joven japonés como cualquier otro, con sus problemas, como el acoso escolar, y sus dilemas.
A sus 14 años no tiene ni idea de qué quiere hacer con su vida. Es más, se siente invisible. La monotonía de su día a día, sin que se dé cuenta, le está asfixiando. Es pequeño y siente que el mundo podría prescindir de él. Aun con esas, le echa valor, siendo esta una de sus mayores virtudes… y problemas. Nada más empezar, Yukio se ve envuelto en una pelea por defender a una anciana que, a las primeras de cambio, sale corriendo y le deja con el marrón.
Es ahí cuando comprendemos que la historia no se construirá sobre un héroe al que el mundo reconoce, sino sobre un chaval normal en una sociedad conformista, displicente y desagradecida. Al menos en parte, porque Ryusuke Minami es diferente. Ese mismo día, tras recibir una paliza, Koyuki ve a un perro muy, muy extraño siendo molestado por un grupo de niños.
Y aunque a él no le gustan los canes, no soporta ver cómo le molestan. Por eso sale en su defensa. La casualidad quiere que esto perro, llamado Beck, sea ‘propiedad’ de Minami, un joven japonés que ha vivido en América durante 8 años y tiene un único sueño: vivir de la música. El primer contacto se resuelve con un saludo rápido y una despedida todavía más veloz.
Una historia que sintetiza bien el drama, el romance y la música
Pero Minami se queda con la cara de Koyuki. Otro día, mientras Koyuki agradece al cielo la ‘suerte’ de haber sido invitado a salir con su amiga de la infancia, Izumi, y el resto de sus compañeros. Salen por ahí y disfrutan de la tarde-noche, pero Koyuki se siente fuera de lugar. No logra conectar ni con los conocidos de Izumi ni con ella, pero entonces pasa lo que tiene que pasar. Por puro azar, acaban metidos en un jaleo con un grupo de americanos borrachos que buscan bronca.
Koyuki sale a defender a Izumi… y Ryusuke entra en acción para salvar la escena. O no. Tanaka y sus amigos escapan tras las advertencias de Minami, pero este primero acaba regresando para ayudarle. Lo que se encuentra es a un Ryusuke apaleado y tirado en el suelo que quería agradecerle que ‘salvara’ a Beck. Ahí comienza la amistad entre ambos.
Tras conocer a Ryusuke, la vida de Koyuki empieza a cambiar, pero no de forma drástica. En lugar de pulsar el acelerador, Harold nos deja conocer con tranquilidad a los diferentes protagonistas de la obra mientras Tanaka se va enamorando de la música rock. Entran en escena Yoshiyuki Taira, un bajista colosal, Tsunemi Chiba, un cantante con mucha presencia en el escenario especializado en el rap, y Maho Minami, la hermana de Ryusuke.
Poco a poco, Koyuki va empatizando con los diversos miembros del grupo mientras es víctima de los abusos de los matones de su colegio. En esas conoce a Yuki Sakurai, alias Saku, su —a medida que progresa la historia— mejor amigo y confidente. Llegados a este punto, disponemos del elenco principal con el que viajaremos a lo largo de toda la obra.
Una narrativa que progresa adecuadamente gracias a sus personajes
Así pues, Koyuki se va iniciando en el mundo de la música, pero como guitarrista deja mucho que desear, pues nunca ha tocado un instrumento en su vida. No obstante, inspirado por Ryusuke, no se rinde y empieza a practicar todos los días junto con Kenichi Saito, un soltero de 44 años que representa —en realidad— lo peor de la sociedad japonesa.
Es un putero y… Bueno, digamos que no es el mejor modelo a seguir. Sea como fuere, Harold aplica una lógica aplastante: puedes ser un villano en unas vertientes y un héroe en otras. Saito, sin comerlo ni beberlo, se convierte en el instructor de natación (trama secundaria mediante la cual conectamos con Koyuki y sus problemas) y guitarra de Koyuki.
Mientras tanto, el mangaka va desarrollando historias secundarias, como la evidente atracción entre Koyuki y Maho, los problemas de Beck (grupo) a la hora de empezar su andadura en el mundo de la música o las dificultades del día a día de los miembros de la banda. Y en efecto, Koyuki no está con ellos, pues no tiene habilidad, pero…
Beck empieza a despegar cuando Maho descubre que Koyuki tiene un talento sobrecogedor para la canción. Y aunque ella es muy buena, lo de Tanaka es de otro mundo. Esto lo expresa muy bien su autor en su dibujo. Clásico y algo apagado, logra encandilar y enamorar a los lectores gracias a todo lo que es capaz de trasmitir con su trazo. Así pues, Beck te engancha con sus dramas iniciales, pero te termina enamorando por su arte (tiene mucho sentimiento) y la evolución de la trama musical.
«Empezaste a tocar la guitarra cada día como si estuvieras poseído»
Poco a poco, al menos durante los dos primeros tomos, asistimos a la evolución de un protagonista con mucho potencial y un elenco (también muy principal) cargado de carisma. A cada cual con sus propios problemas, van desarrollando un extraño sentido de camaradería que evoluciona poco a poco, ya sea mediante la ilusión de Koyuki, la entrega de Chiba o la bestial habilidad de Ryusuke a la guitarra.
En su conjunto, Beck como grupo y Beck como manga logra perfilar un buen número de tramas secundarias mientras nos va introduciendo en el mundo de la música. Un mundo, todo sea dicho, plagado de referencias, pues el propio Harold es un fanático del rock y la música. Esto lo trasmite en todo momento, siendo este otro de los grandes baluartes de un manga que logra armar su historia al ritmo correcto.
No obstante, no es oro todo lo que reluce. Aunque Beck nos ha encantado y estos dos primeros tomos nos han dejado con ganas de mucho más, hay actitudes que no solo son arcaicas, sino que no nos gustan nada. Por ejemplo, durante la historia se hace referencia al turismo sexual de diversos países asiáticos, se asume la prostitución como algo cotidiano en ciertos sectores de la sociedad, etc.
Aquí no solo se nota que es un manga que ha envejecido mal en ciertos aspectos sociales, sino que además los normaliza a través de Saito. Y si bien es cierto que no puedes llegar a odiarle, no te agrada, porque sabes cómo es en realidad. Koyuki, aunque es un buen chaval, acepta de forma casi tácita ese tipo de comportamientos. ¿Es mala idea? Por desgracia, es un reflejo de cómo era la sociedad japonesa en aquellos tiempos.
Reseña de Beck n.º 1 y 2 | La magia del rock and roll
No entendemos, por lo tanto, que Harold la esté aceptando, sino que sirve como reflejo. Al menos eso queremos pensar, puesto que resulta muy complicado saber en qué estaba pensando el mangaka en realidad. De cualquier manera, las escenas en las que estás referencias cobran algo más de peso sobran y molestan, ya que pervierten el aire general de la obra.
No afectan a la lectura general, pues son bastante poco frecuentes, pero ahí están. Del mismo modo, aunque el dibujo nos parece fascinante y es increíble lo mucho que es capaz de trasmitir, sigue siendo algo antiguo. La industria del manga ha evolucionado mucho durante los últimos años (Beck se publicó entre el 200 y el 2008) y se nota.
¿Esto es un impedimento para disfrutar de la obra? Pues lo cierto es que para nosotros no, pero es algo que debéis tener en cuenta siempre y cuando os estéis planteando comprar el manga. Por lo demás, los dos primeros volúmenes de Beck nos han dejado con ganas de mucho más gracias a su gran sentido de la narrativa, su capacidad para trasmitir, la fuerza de su dibujo y la personalidad de los miembros del grupo.
Dicho esto, aquí termina nuestra primera reseña de Beck. Esperamos que os haya servido para haceros una idea de la historia y de lo que puede significar. Dicho esto, para nosotros es un indispensable, siempre y cuando te gusten los mangas musicales con una buena carga dramática y romance de soslayo.
- Empieza muy, muy bien. La premisa, la narrativa y los diálogos son muy buenos.
- Es diferente, pues el manga musical no es algo especialmente abundante.
- Gran edición y oferta de lanzamiento.
- Personajes carismáticos realistas con trasfondos interesantes.
- A veces cuesta creer que los personajes tienen entre 14 y 16 años.
- Ciertos comportamientos y aceptaciones sociales no nos gustan.
«Ciertos comportamientos y aceptaciones sociales no nos gustan».
No podía faltar, el típico comentario de superioridad moral para quedar bien. El problema es que ya en el 2022 quedas como un …
No es cuestión de sentirse superior, es que se alude al turismo sexual en países como Tailandia y se acepta la prostitución a través de sus personajes. Es antiguo, y por eso se dice que ha envejecido mal, pero sigue siendo igualmente reprochable desde nuestra perspectiva.