Todos hemos oído, leído o visto —alguna vez— sobre Superman. Clark Joseph Kent, alias el Hombre de Acero, es uno de los nombres propios más importantes de la historia del cómic. Para bien o para mal, el personaje de Jerry Siegel y Joe Shuster lo ha dado todo durante años. Su cronología, cuasi tan extensa como su lista de poderes, ha trascendido épocas hasta asentarse como un referente en toda regla. Superman es historia viva de los tebeos, aunque resulta bastante complicado de seguir. Es costumbre, por desgracia, sentirse perdido cuando uno habla de una figura tan relevante.
A veces, inclusive, es imposible saber por dónde empezar. No por nada, los primeros cómics son leyendas casi de museo; reediciones o tomos compilatorios son nuestro salvaguarda, pero hasta así resulta complicado. Por eso mismo me ha parecido tan interesante Superman: Año Uno, de ECC Ediciones. Publicada en noviembre de 2020, hace las veces de recopilatorio, pues reúne los libros uno, dos y tres de Superman: Year One. Se compone de 224 páginas a todo color en formato cartoné (216 x 276 mm).
Sinopsis
El superhombre que cayó en la Tierra.
De los moribundos capiteles de Krypton a los bucólicos campos de Kansas, del sumergido esplendor de Atlantis a la caótica energía de Metropolis, la historia de Clark Kent, el último hijo de la Casa de El, es una leyenda. Ahora, dos de los mejores autores de cómics unen fuerzas para traernos una visión nueva e imaginativa del origen del Hombre de Acero.
Con Superman: Año uno, el guionista Frank Miller (Ronin, Batman: Año uno, Batman: El regreso del Caballero Oscuro) y el dibujante John Romita Jr. (El regreso del Caballero Oscuro: La última cruzada, All-Star Batman, Superman) aportan su famoso talento narrativo a esta novedosa versión de las pruebas a las que Clark tuvo que someterse para reivindicar el lugar que ocupa en nuestro mundo.
Mientras aprende a equilibrar las inmensas responsabilidades que conllevan sus poderes con sus ilimitadas posibilidades, Clark también debe cimentar su humanidad como todo el mundo: de relación en relación. Mejor que una aventura sobre superpoderes y más intenso que un relato sobre el paso a la vida adulta, Superman: Año uno es una exploración visceral de la importancia fundamental que tienen las decisiones tomadas en el viaje hacia el heroísmo de este icono estadounidense.
Superman: Año Uno
Como lector, no poseo en mi haber una gran experiencia con respecto al mundo del tebeo americano. Lejos de aquellos quienes dicen ser efemérides de la industria, me considero un lector como cualquier otro. Ahora bien, ¿por qué os digo esto? Porque estoy un poco harto de la egolatría y vanagloria de los gurús que hacen alarde sus muy múltiples lecturas y conocimiento. Así pues, tomad esto como lo qué es: una reseña en un medio especializado de un lector que prefiere hablar de tú a tú. Sin tonterías. Pura y simple opinión. Subjetividad. Eso es esta reseña.
Así pues, no os escandalicéis si os digo que Superman: Año Uno es uno de los mejores cómics que he leído sobre El último hijo de Krypton que he tenido el placer de leer. A muchos no os sorprenderá si os digo que el guion es de Frank Miller, uno de los nombres más relevantes de la escena. Tampoco os resultará demasiado raro si aludo a John Romita Jr., otro prolífico dibujante. Que sirva de pretexto, pero en realidad me da igual. Me ha gustado Superman: Año Uno porque es un buen tebeo y no porque haya grandes autores detrás.
Smallville
Y es que, en mi caso, ha sido una lectura tremendamente interesante, pues me ha permitido desmitificar la figura del americano invencible. Como tal, el libro se divide en tres partes: Smallville, Atlantis y Metrópolis. Ha sido en esta primera donde he conocido a Clark y he redescubierto sus orígenes desde un enfoque mucho más personal y cercano. En una muy peculiar narrativa, se combina una suerte de diálogo interno en forma de soliloquio en el que Kent nos muestra el mundo desde su punto de vista: ¿qué ve? ¿Qué escucha? ¿Qué siente?
A través de unas ilustraciones magnificas, el joven kryptoniano deshace su imperturbable figura y nos revela las inquietudes de un estudiante de instituto que no soporta las injusticias. No solo eso, sino que se perfila esa delgada línea entre la soberbia y el deseo de reconocimiento social. No es mejor que los demás, pero se sabe superior en muchos aspectos. Su físico, el mayor de sus talentos, le permite hacer lo que nadie más puede. Sus padres intentan influir en su sentido de la decencia y la moral, pero no puede evitar algún que otro pequeño desliz. Interesante y enérgico.
Así describiría esta primera parte, la más interesante de las tres. Aprovecharé, además, para destacar el gran trabajo de Romita. Si bien es cierto que el gran destacado de Superman: Año Uno es el guion de Miller, John demuestra ser un artista genial con un arte sobresaliente y atractivo. La paleta de colores es llamativa y visual. Además, es clarificadora y directa: se entiende a la perfección, en todo momento, lo que está ocurriendo. Hay momentos de caos, pero siempre somos capaces de entender y ver qué está pasando.
Atlantis y Metrópolis
Lejos de detenerme en los tres episodios, he preferido hacer conjugar mis impresiones de las dos siguientes partes en un solo apartado. ¿Por qué? Porque, a fin de cuentas, siguen la misma línea, pero en un momento distinto de la vida del héroe americano. Sea como fuere, cada capítulo hace un punto y aparte y nos transporta a una fase concreta de su vida. En Atlantis, por ejemplo, presenciamos su paso por el ejército, su auge como rey de los mares y su relación Lori Lemaris. En Metrópolis acudimos al nacimiento del periodista y del héroe social, a su encuentro con Batman o de sus primeros diálogos con Wonder Woman.
Por desgracia, en ningún momento se profundiza demasiado en los eventos acaecidos. Esto se nota, sobre todo, en Metrópolis, donde la acción acelera demasiado y, por momentos, es demasiado vertiginosa. De un momento a otro, por ejemplo, está peleando con Batman para, cuasi de repente, firmar una alianza con este y La Mujer Maravilla. Al mismo tiempo, y sin saber cuándo, cómo ni por qué, el amor parece haber nacido entre los dos. Esta parte, con diferencia, es la más errática de las tres, mas no por ello deja de ser interesante.
En cualquier caso, hablo de una estupenda lectura. No exenta de errores, ayuda muchísimo a comprender los orígenes de Superman. Inclusive, casi a modo de broma o cameo, revela los esfuerzos del muchacho por ocultar su doble identidad. Sigue siendo muy poco firme, pero te arranca una sonrisa al comprender que hasta los mismos artistas han comprendido que es una tontería.
Conclusiones
A riesgo de ser repetitivo, Superman: Año Uno me ha gustado mucho. He disfrutado de su lectura, la cual realicé de una sola sentada al querer saber qué me encontraría a continuación. Diría que los dos grandes males de este cómic son: en primer lugar, que no profundiza demasiado en ninguna de las subtramas que presenta —y nos deja con ganas de más; por otro lado, el episodio de Metrópolis, demasiado acelerado en algunos puntos clave. Por lo demás, Superman: Año Uno es una gran opción para quienes se digan amantes de El Hombre de Acero.
En una suerte de homenaje, hace alarde del genio creativo de sus autores. El trabajo y la sintonía de sus autores está fuera de toda duda, como también lo está la edición. Y es que otra cosa no, pero ECC ha conseguido ofrecer un contenido de gran calidad. La calidad de la impresión y los materiales, la traducción y/o el contenido adicional (en forma de las portadas de los cómics originales) son sobresalientes. En su cómputo global, Año Uno supera nuestras expectativas y cumple con muy buena nota.
- Corrección: Guillermo Ruiz