
A estas alturas de la película poco podemos contaros que no sepáis ya de Kappei Sakamoto, el —según él mismo— mejor y más prometedor talento del mundo. Lleva ya unos meses entre nosotros a través de la estupenda reedición de Kimmo Editorial, quien está sabiendo darle una segunda vida al que fue uno de los personajes más carismáticos de los años ochenta. En aquesta nuestra reseña de Chicho Terremoto n.º 6 seguimos explorando esta realidad, pero hoy cambiaremos ligeramente el enfoque.
Durante los últimos meses os hemos hablado de cada tomo desde diferentes perspectivas. En algunas ocasiones hemos repetido, mientras que en otras tantas hemos innovado ligeramente. Hoy queremos darle otra vuelta de tuerca a la ecuación repasando el sentido general de la obra y su valor dentro de la cultura pop contemporánea. Es decir, cómo se ha adaptado a los tiempos que corren y cuál es su valor como tebeo desde una perspectiva más amplia.
Por supuesto, no nos olvidaremos de desgranar algunas de las particularidades del manga también en su individualidad. Sin embargo, consideramos que puede ser más interesantes, puesto que ya sabemos cuáles son las características principales de la obra. Dicho esto, y ahora sí que sí, podemos empezar.
Reseña de Chicho Terremoto n.º 6 | Portada, sinopsis y edición

¿Quién es realmente el enigmático entrenador del Yokohama Nanko, rival de Kappei y del Seirin en el campeonato de institutos? Antes de ese posible y trascendental partido tendrán que vencer a otros equipos, y ya sabemos que cualquier cosa disparatada puede pasar para llegar a la final en este campeonato, diarrea incluida.
Y a Kappei parece que siempre le sale algún competidor en su amor por Akane. Esta vez se trata de alguien nuevo, con ciertas nuevas habilidades… pero bueno, lo mejor será que lo descubráis vosotros mismos…
Colección | 10 volúmenes. |
Género | Humor, deportes, aventuras. |
Formato | Rústica con sobrecubierta |
Páginas | 312 en b/n. con integradas a color. |
Tamaño | 15 x 21 cm. |
Precio | 14,50 € |
Maquetación | Juan Medina Manrique |
Traducción | Carlos Mingo e Irene Tellería. |
Reseñas | Reseñas volúmenes anteriores. |
Habiendo hecho las presentaciones, podemos hablar de la edición. Lo primero que queremos destacar es el trabajo de Juan Medina Manrique, quien ha vuelto a sorprendernos con un gran trabajo de maquetación. Si bien es cierto que Kimmo no es la editorial más grande ni más antigua del mercado, lo está haciendo muy bien. No tenemos ninguna pega.
Tampoco la tenemos con la adaptación idiomática y traducción de Carlos Mingo e Irene Tellería. Ambos están realizando una labor excelente, lo que da como resultado un tomo de gran calidad. El producto no ofrece desperfecto alguno. Es más, viene con una nueva potal de regalo, cosa que siempre se agradece.
En resumidas cuentas, volvemos a valorar muy positivamente el trabajo de impresión y producción de la editorial. Ya sea mediante este sexto volumen o los cinco anteriores, Chicho Terremoto está cumpliendo con todas y cada una de nuestras expectativas en cuestión de edición.
Un repaso al concepto general de Chicho Terremoto

Hablando en plata, entendemos perfectamente por qué Chicho Terremoto, también conocida como Dash Kappei, se hizo tan famosa allá en su momento y gustó tanto. Siendo parcos en palabras, tiene todos los ingredientes para triunfar como manga de humor. Más en una época tan particular como los años 80. El humor por aquel entonces era diferente y, aunque hoy día ha envejecido peor de lo que nos gustaría, sigue teniendo ‘algo’ especial.
Sobre todo cuando avanzamos en su lectura, puesto que esta deja atrás algunos de esos comportamientos tan nocivos para centrarse en la comedia, pero desde el baloncesto. Alocada y sin sentido, Chicho Terremoto hace del deporte una parodia en donde los trucos son el pan de cada día. Inverosímil e irreverente, ataca sin tener en cuenta la realidad. Rozando la fantasía por momentos, se hace grande cuando lo absurdo se convierte en recurso.
Triunfa porque Noboru Rokuda supo hacerlo bien. Muy bien incrustada en un perfil más infantil, supo conquistar al público adolescente por ser una serie tan ‘macarra’. Kappei, bajo el paraguas del personaje pícaro, hace lo que quiere cuando quiere, pero con un trasfondo más oscuro de lo que cabría esperar. Su pasado no fue luces y sonrisas, sino que tuvo más de una sombra.
La progresión de un protagonista singular

Su impresionante capacidad atlética está justificada por su vida en la granja, por ejemplo. Y aunque sus padres han demostrado ser muy amorosos, está claro que sus métodos de crianza no son especialmente habituales. De hecho, él y su padre son muy parecidos: brutos y directos, pero de buen corazón. Su progenitor, en cualquier caso, parece tener una personalidad algo más formada, pero sigue siendo igualmente histriónico.
Es él, precisamente, quién más le exige al joven, pero no nos ha parecido que lo haga desde una perspectiva tóxica. Así pues, a su manera, Noboru Rokuda respeta las máximas del spokon: compañerismo. Sakamoto, que al principio solo se preocupaba de sí mismo, parece ser más consciente de los demás. Y sí, en todo momento tiene ese anhelo de gloria personal, pero evoluciona.
Es más, parece que le da vergüenza reconocerlo. Él, acostumbrado al ego y la arrogancia, no parece saber expresar sus sentimientos con corrección. Es una actitud muy infantil, pero que nos recuerda que los protagonistas siguen siendo jóvenes de instituto. Por lo tanto, es normal que puedan actuar de esta manera. Todo eso nos ha gustado, aunque la tara del manga sigue siendo la misma de siempre: su concepto de ‘humor verde’ no es de nuestro agrado y suele ser un recurso habitual.
Reseña de Chicho Terremoto n.º 6: ¿Qué nos ha parecido este tomo?

En lo que respecta al valor individual del sexto volumen, mantenemos bien altas nuestras impresiones para el que dice ser un clásico entre clásicos. Sobre todo en España, país en el que pegó muy fuerte gracias a la serie de televisión que hoy día da nombre al manga. Porque, en efecto, el título original es Dash Kappei, pero todos nosotros lo reconocemos mucho mejor como Chicho Terremoto.
De cualquier manera, este sexto tomo profundiza todavía más ese concepto de humor absurdo. ¿Cómo? Pues con narrativas como la de un equipo que acaba de entrar a los nacionales y disputa su primer partido con una diarrea de campeonato. Más allá del juego de palabras, el chiste se cuenta solo. ¿Cómo se le ocurre? Peor aún: ¿Cómo se le ocurre al autor esto para crear una nueva técnica especial?
La serie sigue empleando esa clase de recursos para construir su particular sentido del humor, el cual sigue siendo tan infantil como siempre. Siendo un adulto no te reirás a carcajadas por norma general, pues es lo que trae la ‘madurez’, pero te sigue sacando una sonrisilla tonta. Porque el ser humano es así: nos encanta el humor. ¿Y el absurdo? Pues eso ya depende de cada uno, pero en este caso es muy… singular
En conclusión, que si disfrutar del humor absurdo y el factor nostalgia es muy importante para ti, Chicho Terremoto n.º 6 podría ser justo lo que estás buscando. Bien acompañado de una edición a la altura y una edición notable, nos recuerda cuáles son las principales características del llamado ‘manga clásico’. Aquí lo hace a través de un Chicho que encuentra a un ‘nuevo’ rival en el amor. Todo ello mientras se disputa un campeonato nacional que, por momentos, se queda en segundo plano.


- Es nostalgia pura y dura.
- Los personajes progresan mejor de lo que recordaba.
- Las páginas a color y la edición son muy buenas.
- Destaca como manga de humor; es original cuando se trata de hacer tonterías.
- La traducción y las notas a pie de página son de calidad.

- El sentimiento spokon no destaca tanto.
- Se nota (aunque esto gustará a muchos) que es un manga antiguo.
- Tiene un sentido del humor un tanto verde que puede no gustar a todo el mundo.