La industria de los videojuegos indies no cesa en su empeño de dejarnos con toda clase de experiencias con las cuales ampliar nuestras vivencias como jugadores. En ese sentido, hay un género que está viviendo una muy buena época: el de los roguelikes. Muchos estudios han encontrado en él un mundo repleto de posibilidades y los creadores de 9 Kings no han querido dejar pasar la oportunidad.
Con un título que mezcla la construcción de reinos en escenarios cuadriculados con combates automáticos en un formato más bien compacto, Sad Socket ha sabido dar con la tecla mediante una experiencia que —eso sí— todavía se encuentra en acceso anticipado.
Pese a ello, las sensaciones ya son más bien positivas. Desde el principio, Sad Socket ha demostrado mucha sobriedad en sus ideas. Su propuesta es sólida e interesante, con mucho equilibrio y una gran profundidad estratégica tras una superficie sencilla.
Se lanzó el pasado mes de mayo y, como experiencia, nos invita a construir nuestra propia fortaleza. No obstante, en lugar de darnos un mapa de gran tamaño, nos invita a hacerlo en un tablero de no muchas casillas. El espacio es limitado, por lo que planear cada paso es más importante que nunca.
El objetivo será crecer cada vez más mientras nos defendemos de las distintas oleadas de enemigos que nos irán acosando. Funcionará dentro de un ciclo de turnos bastante bien diseñado, combinaciones impredecibles y perks capaces de romper cualquier esquema.
Primeras impresiones de 9 Kings

Lo primero que hace bien 9 Kings es dejar las reglas claras desde el arranque: se elige uno de reyes disponibles (empezó con siete y con el tiempo se irán agregando más) y se parte de un mazo inicial de cartas para poblar el reino. El sistema es directo: colocar tropas y edificios sobre el tablero.
Esa simplicidad inicial engaña, porque la limitación de espacio obliga a pensar cada movimiento. Un error en el posicionamiento puede arruinar una ronda entera, y aunque aprender las bases lleva poco, dominar sus matices exige tiempo. Precisamente ahí reside su encanto: se entra fácil, pero salir ileso cuesta.
Sad Socket, el estudio con sede en São Paulo y Nueva York, trabajó junto a Hooded Horse para pulir una fórmula que combina lo mejor de Slay the Spire con toques de Kingdoms and Castles. El resultado es un roguelike que premia la experimentación: perks aleatorios y bendiciones que transforman por completo el flujo de cada partida.

Su pixel art mantiene un estilo minimalista, pero cuando estallan las batallas, el caos visual se vuelve hipnótico. El rendimiento en PC y Steam Deck es estable, aunque en fases avanzadas pueden aparecer caídas de frames durante los combates más densos.
Esa accesibilidad también se nota en las opciones de dificultad y modos de práctica, que permiten tanto sesiones cortas como maratones casuales. Sad Socket ha dejado claro que seguirá ampliando contenido, sumando reyes y eventos con el tiempo, lo que promete un crecimiento orgánico durante su acceso anticipado.
Construye un reino… de 9 casillas
El corazón de 9 Kings late en su mecánica de construcción limitada: cada carta representa un elemento vital del reino. Hay que equilibrar tropas ofensivas, defensas fijas y buffs temporales en un espacio reducido, donde cada casilla importa.


En lugar de frenar la creatividad, la restricción la canaliza hacia combinaciones más refinadas, donde cada sinergia cuenta. Tras colocar una carta, el turno cierra con la invasión de uno de los cuatro reyes rivales. Sus ejércitos avanzan en oleadas automáticas y el sistema de autobattler resuelve los choques con física simple, pero funcional.
Aquí la posición de un lanzallamas o un grupo de arqueros puede decidirlo todo. Caer en una ronda es un tropiezo; perder tres seguidas significa reiniciar el ciclo roguelike. Entre cada intento, la progresión se apoya en desbloqueos permanentes para los reyes, lo que permite mejorar el mazo inicial sin eliminar el factor aleatorio propio del género.
El inicio puede sentirse severo en las dificultades más altas, pero la curva de aprendizaje termina siendo justa gracias a los ajustes graduales. Los distintos reyes aportan estilos únicos: el King of Greed gira en torno a la economía, el King of Stone apuesta por la fortificación.

Estas diferencias incentivan el rejuego, ya que mezclar cartas de un rey con perks de otro puede producir combinaciones absurdas que rompen el balance. Eventos como acuerdos diplomáticos o desastres naturales irrumpen para alterar la estrategia, añadiendo pequeñas capas narrativas a cada partida.
Rumbo a la gloria táctica… pensando en el futuro
El modo diplomático, por su parte, permite formar alianzas temporales con enemigos, accediendo a cartas exclusivas o buffs compartidos que cambian el ritmo de la run. Aunque esta mecánica todavía luce verde en su estado actual, tiene potencial para volverse un eje importante en futuras actualizaciones.
El juego culmina en enfrentamientos directos contra los reyes finales, donde el posicionamiento y las sinergias acumuladas definen la victoria. Estas batallas premian la planificación paciente, pero la aleatoriedad de las oleadas mantiene la tensión hasta el último golpe.

Más allá del núcleo, 9 Kings brilla en su invitación a «romper el juego». Las posibilidades de combinación entre cartas y perks son prácticamente infinitas. La economía, basada en monedas generadas por edificios, permite comprar cartas raras entre turnos, expandiendo el mazo y multiplicando estrategias.
Cada partida se siente distinta: la suerte juega su parte, pero la astucia decide el resultado. Visualmente, el pixel art funciona con claridad, destacando el crecimiento de las estructuras y la escala de las unidades en combate. Además, cada rey tiene su propia identidad estética, aunque las animaciones y los sprites de algunas unidades no se terminan de lucir por falta de espacio.
A tortas por el reino
En cuestión de rendimiento, funciona bien. Tiene algunos errores, como alguna torre que no responde como debe o unidades que fallan en su posicionamiento. Sucede sobre todo en partidas algo más largas, pero poco a poco está mejorando en ese sentido.


La banda sonora apuesta por motivos medievales sintetizados que acompañan sin distraer, mientras los efectos de sonido, especialmente los impactos y las construcciones, aportan una sensación inmediata de acción. El soporte multilingüe, incluido el español, amplía su alcance para todo tipo de público.
No son nada del otro mundo, pero están bien diseñados y tienen personalidad. En conjunto, 9 Kings captura la esencia del roguelike moderno: accesible a primera vista, pero con una profundidad que recompensa la dedicación. Su precio ajustado lo convierte en una de esas joyas que merece atención entre los fans de la estrategia ligera.
En definitiva, 9 Kings se perfila como un roguelike compacto que sabe combinar géneros con precisión. Sus partidas, de entre veinte y cuarenta minutos, logran un balance atractivo entre aleatoriedad y progresión, donde incluso las derrotas enseñan algo.
El arte y el sonido acompañan sin robar protagonismo al gameplay, y la construcción mezclada con el autobattler constituye un bucle adictivo. Falta pulir algunos detalles y expandir contenido, pero lo que hay ya resulta más que convincente. Es una propuesta que engancha desde el primer intento y con potencial.
