El cine de terror y las películas basadas en hechos reales son únicas

El cine de terror y las películas basadas en hechos reales tienen el don de sacar lo peor que llevamos dentro, pero aun así... Nos encantan. ¿Por qué?

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Hay quienes dicen que el género de terror basado en hechos reales, o no, está viviendo una segunda vida, pero lo cierto es que nunca se ha marchado. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha disfrutado muchísimo de todas esas cintas que, de una manera u otra, despiertan lo peor que hay en nuestro interior. Si sois gente de cine, lo sabréis, y si sois asiduos a los blogs de cine, más todavía.

No obstante, dentro del género de terror hay filmes concretos que despiertan un miedo mucho más primitivo en nuestro interior. Hablamos, en efecto, de las películas basadas en historias reales como, por ejemplo, Malasaña 32. De una u otra forma, estos proyectos tienen el don de hacernos sentir mucho más inseguros. Algo lógico y normal si tenemos en cuenta, sobre todo, que ese concepto de «basado en historias reales» nos lleva a pensar siempre lo mismo…

¿Y si me pasará a mí? Esta clase de situaciones e interpretaciones no se limitan, únicamente, al cine de terror. A lo largo de los años hemos disfrutado (y sufrido) muchas historias de tales características. Es un género muy habitual en los dramas sociales, las narrativas basadas en la superación, algunos thrillers y, sobre todo, en películas sobre la psicopatía o la obsesión. Estas, de una manera u otra, recrean situaciones muy reales que nos hacen temernos lo peor.

El cine de terror y las películas basadas en hechos reales tienen «algo» especial

El cine de terror y las películas basadas en hechos reales tienen algo único
El cine de terror y las películas basadas en hechos reales tienen algo único

Es su don y su maldición; sufrir por una realidad que podría ser perfectamente nuestra —salvando las distancias— es algo que nos causa tanta fascinación como rechazo. Es por eso que, en muchos casos, estas cintas terminan recluidas en una esquina de la estantería… si nos remitimos a los tiempos del VHS, claro está. Hoy día, con la proliferación del streaming, simplemente se quedan en el montón de “cosas qué ver”.

Aun con esas, tienen algo mágico. Disponen de un “algo” que las hace únicas en la industria. Tal vez no sean los filmes más destacados del mercado, pero son capaces de golpearnos en lo más hondo de nuestro ser. Por méritos propios, estas historias basadas en hechos reales saben cómo hacernos temblar de miedo… Al menos durante un par de noches.

En ese sentido, nosotros también tenemos un don muy especial: somos capaces de olvidar con relativa velocidad aquello que nos hace daño de una manera inesperada. Hablo, claro está, de aquellas situaciones en las que este elemento disyuntor es un ente ajeno. Así pues, ¿por qué disfrutamos del género de terror o de las películas basadas en hechos reales?

Personalmente, siempre he pensado que se debe a ese extraño sentido del morbo que desarrollamos con el paso del tiempo. Aunque nos gusta estar bien, disfrutamos pasándolo mal. Es como… Es casi como una descarga de adrenalina, pero desde una perspectiva más cinéfila y menos arriesgada.

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