No engaño a nadie si me confieso fan de la saga Dying Light. A los títulos previos a este último lanzamiento, le he dedicado una buena cantidad de horas, exprimiendo todo su contenido y todos sus rincones. Y por qué no, intentar sacar el mayor número de logros posible. Y hoy os traigo mi análisis de Dying Light The Beast tras jugarlo en PC. Y no puedo decir otra cosa que seguiré siendo fan de esta saga por mucho tiempo…
Como sabéis, Dying Light The Beast es uno de esos casos en los que un DLC se viene a más y se acaba convirtiendo en un juego completo. Aquí volvemos a ponernos en la piel de Kyle Crane como protagonista. Tras haber sido atrapado por el Barón y sufrir sus horribles experimentos durante años, consigues escapar. Pero las secuelas de ese horror permanecen. Seremos casi, casi, un monstruo al tener ADN zombi además de humano.
Análisis de Dying Light The Beast: una historia de venganza

Con todo ello, lo que nos espera es una historia de venganza y de redención. Queremos acabar con quien nos ha convertido en contra de nuestra voluntad en lo que somos. Si bien la historia es algo cliché, más que nada por ser otra historia de venganza, he de decir que se llega a empatizar mucho con el protagonista.
Su historia se siente nuestra y siempre tendrás ganas de saber cómo acaba. Si no te pierdes mucho en su mundo abierto, claro… Y este es uno de sus puntos fuertes: su mundo abierto. De nuevo, el juego de Techland nos propone un buen puñado de kilómetros llenos de zombis en los que no faltarán actividades secundarias a la historia principal.
El nuevo escenario, Castor Woods, deja atrás los entornos urbanos densos de las anteriores entregas y tendremos biomas variados (bosques espesos, pantanos, pueblos turísticos arruinados), con una gran variedad visual y de diseño.
Pero todo mundo abierto conlleva esas diferentes zonas de nivel y habrá momentos en los que deberemos hacer secundarias para poder seguir adelante, puesto que no llegaremos al nivel de nuestros rivales y necesitaremos más experiencia. Lo mejor de todo, es que el devenir de las horas pasará en un pis-pas gracias a su gran combate y parkour.
Combate y parkour de la mano

En cuanto al combate, éste es tan brutal como se esperaba. Tendremos armas cuerpo a cuerpo, fuego, modificaciones, muchos desmembramientos, etc. Todo ello en pos de un gore explícito que creo que es el más brutal de la saga.
La gran novedad de esta entrega es el modo Bestia, que se carga progresivamente (haciendo daño o recibiéndolo), permitiendo a Crane transformarse para desatar poderes especiales que no solo cambian la fuerza, sino también la forma de abordar los enfrentamientos.
Además, tendremos también combates contra infectados clásicos, jefes (las Quimeras), enemigos humanos, etc. Y mejora la localización del daño (ver daños visuales) lo que aumenta satisfacción en el combate cuerpo a cuerpo. Pero el parkour no le va a la zaga, puesto que la movilidad es uno pilar casi esencial del juego.
El parkour se siente fluido y mejorado respecto a entregas recientes; desplazarse por tejados, escalar, sortear obstáculos, todo ello está bien diseñado y anima a la exploración del mundo abierto. En The Beast, explorar no es solo un complemento, sino parte integral de cómo te enfrentas al mundo: es útil para escapar, planear emboscadas, evadir enemigos en la noche, etc.
En este sentido, el ciclo día/noche sigue siendo clave: de día puedes explorar, saquear, prepararte; de noche, el mundo se vuelve mucho más peligroso, lo que devuelve esa tensión clásica de la saga.
Apartado visual y técnico

En cuanto a su apartado visual, el juego luce muy bien. Hay mejoras notables en iluminación, sombras, efectos climáticos, partículas, y ray tracing en ciertas configuraciones. El ambiente está bien construido: Castor Woods ofrece belleza natural arruinada, decadencia, con contraste entre lo bello y lo siniestro.
El estilo visual ayuda a la atmósfera, especialmente cuando baja la luz, cuando las sombras pesan, y el entorno puede volverse amenazante. El sonido acompaña: buen doblaje al español, banda sonora y efectos de sonido que ayudan a sumergirte.
Y técnicamente, al menos en PC, creo que hemos recibido un producto bastante bien optimizado. El poder jugarlo en una RTX 4090 hace que la tasa de frames se mantenga firme y la calidad sea espectacular. Pero me consta que en otros equipos más humildes el juego también funciona a la perfección.
Cuando hablamos de un juego tan grande, no nos libramos de pequeños fallos en forma de bugs menores: algo de popping, errores de colisión y ocasionalmente algo de stuttering.
Análisis de Dying Light The Beast: conclusiones

Sin ánimo de querer alargarme más, he de concluir que, en conjunto, Dying Light: The Beast es un retorno muy sólido para la saga. No reinventa nada de forma radical, pero pule lo que ya funcionaba, añade mecánicas muy interesantes con el modo Bestia, mejora bastante el apartado técnico, y ofrece una experiencia que mezcla parkour, terror nocturno y sangre de forma competente.
Si eres fan de la saga, es compra obligada. Pero si no has jugado a ningún juego de la franquicia, te esperan unas 25 horas de juego (muchas más si eres completista) muy disfrutonas. Disfrutarás de un combate y un parkour muy sólido en un gran mundo abierto lleno de zombis. Quizás algo escaso de novedades, pero se siente como volver a casa.


- Una evolución de lo visto en toda regla
- La mecánica de «la Bestia»

- La historia acaba siendo algo cliché
- Pequeños problemas técnicos que no empeñan la gran experiencia y optimización