
¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! Hoy os traemos nuestro análisis de Wreckfest; es turno de ponernos al volante. Acostumbrados a la elegancia de otros tantos títulos del género, lo nuevo de Bugbear Entertainment y THQ Nordic supone un soplo de aire fresco. Centrado en el puro caos y destrucción, la acción nos sitúa en un mundo en donde ganar no siempre es lo más importante… o lo más divertido. Wreckfest enfatiza el arte de la destrucción como sistema de entretenimiento gracias a la locura de sus circuitos o los diversos desafíos que ofrece.
Tras su lanzamiento en PC eran no pocos los usuarios que aguardaban por su llegada en PlayStation 4 y Xbox One. El estudio de desarrollo nos ha hecho esperar todo un año, pues en palabras del propio equipo necesitaban ajustar varios aspectos para que funcionase correctamente en ambas consolas. No obstante, ya se puede disfrutar del frenético y destructivo sentimiento de velocidad que Wreckfest busca impregnar en sus carreras.
La única regla es que no hay reglas

Debo confesar que mi experiencia con los juegos de conducción es, cuando menos, reducida. En cierto modo, nunca ha sido uno género que me haya causado demasiada fascinación. Pasé por grandes títulos tales como Driver o Gran Turismo, pero nada. La simulación deportiva con un volante nunca fue lo mio. Así fue hasta que allá, por 2001, descubrí Burnout, que mezclaba los coches con el arcade. ¿Su principal premisa? Destruir. Causar accidentes era el eje argumental. Sí, había carreras, claro está, pero el precepto de entretenimiento no era ese.
Si bien es cierto que Wreckfest no emula la rapsoda de destrucción de la obra de Criterion Games, recoge su testigo. Al menos en cierto punto. Los hay otros de los cuales podría ser llamado sucesor espiritual, mas no he tenido el placer de jugar a ellos, así que los obviaré en estas mis presentes líneas. Volviendo al tema: ¿Qué es Wreckfest? Pues lo dicho, un juego de coches y arcade en el que no hay reglas. Si bien es cierto que no alcanza la precisión técnica de Gran Turismo o Forza, ni lo intenta, no deja de ser una opción interesante. En primer lugar, porque ofrece algo diferente y de lo cual llevamos años sin catar nada verdaderamente destacable. Al menos en mi caso.
Wreckfest busca un juego de conducción en donde la destrucción forme parte de la experiencia de juego; carreras a lo bestia en donde el contacto esté a la orden del día. Golpear a nuestro oponente no es solo una opción, sino que es uno de nuestros mejores recursos. ¿Hay sensación más grata que adelantar al rival tras darle un golpe en la parte trasera izquierda y hacerle virar incontrolablemente? El estudio nos anima a buscar el impacto y, en caso de ser posible, dejar fuera al oponente de cualquier forma que sea posible.
Distintos modos de juego

De esta forma, Wreckfest posee tres modos de juego diferente: carrera, modo libre y multijugador. En ese sentido, debo confesar que la cantidad de contenidos me ha parecido un tanto escueta, y es que aunque en las versiones de consola se incluyen todos los contenidos lanzados hasta la fecha, la variedad de modos de juego sigue siendo bastante corta. Al final casi siempre tiraremos del online, pues llegará un momento en que los modos carrera o libre pierdan capacidad de sorprender. Por otra parte, debo confesar que me ha sorprendido gratamente la notable variedad de pruebas que se incorporan dentro de las carreras. En algunos casos tendremos que acabar primeros, pero en otros tanto la victoria se alcanzará de otras formas.
Por ejemplo se nos puede pedir que ocasionemos un determinado daño, acabar con nuestros rivales o adquirir cierta ventaja antes de cruzar la meta. Tal variedad de desafíos le otorga un punto extra a la mera y escueta sinfonía de destrucción que protagonizaremos. Resulta gratificante que haya estudios que sigan apostando por algo diferente. A fin de cuentas, en la actualidad predomina el simulador deportivo clásico. El arcade ha fenecido ante el notable impacto de aquellos que optan por el realismo, ¿pero no está en la variedad la diversión? Bugbear Entertainment lo sabe, y es por eso que ha preferido recrear otro tipo de experiencia.
Como nota, debo confesar que me ha encantado enfrentarme a autobuses o sofás. Sí, sofás. Pero han sido los primeros los que me han fascinado. ¿Por qué? Muy sencillo: he recordado aquella competición en la que Marge Simpson, armada con el coche familiar, se encontraba con un enfervorizado conductor de autobús llamado Otto. Dejando a un lado la anécdota, pasemos al apartado técnico.
«Hay dos zonas por donde adelantarme: en la grava o en el muro, la decisión es cosa tuya»

Ya lo decía Mario Andretti. Parece que Wreckfest ha hecho caso de las palabras del cuatro veces campeón Nacional del USAC, porque… Brutal. Y es que a veces la ficción supera la realidad, ¿o era al revés? Bueno, no importa. La idea está clara: destroza a quien se interponga en tu camino. Ya sea a través de una conducción temeraria o un coche mejor que el de los demás, hazte comos ea con la victoria. Y es que, efectivamente, podremos mejorar la capacidad de nuestro vehículo gracias al sistema de progresión que Bugbear Entertainment ha incluido en su videojuego.
A través de los campeonatos disponibles se irán desbloqueando otros tantos nuevos. Es complicado, la verdad, pues los requisitos suelen ser exigentes. Al hacerlo, no obstante, progresaremos. Personalizar y/o desbloquear nuevos coches será imprescindible, ya que el formato de carrera puede cambiar; no es lo mismo una pista larga que una corta. A su vez, la competición contra jugadores controlados por la IA o por humanos varía drásticamente, y es por eso que me ha parecido tan importante el ya mencionado sistema de progresión. A decir verdad, no es nada del otro mundo, mas no deja de ser un alicente interesante.
¿Cómo funciona? Muy sencillo: mediante piezas y nuevos autocares. No es algo exclusivo del título de Bugbear Entertainment, pero lo han sabido implementar con gran acierto. Pese a que el juego se pueda tornar repetitivo tras varias horas de juego, no sucede lo mismo con las mejoras, ya que no se exigen demasiados esfuerzos para obtener el dinero o los recursos necesarios para la pieza que desees conseguir. Los coches son otra historia, pero tampoco se llega a cotas excesivas. Al final, dependerá de tu propia habilidad como piloto el farmear o no. Sí logras grandes victorias de forma reiterativa, pues todo llegará un poco solo. En caso contrario, tocará repetir algunas carreras para mejorar tus prestaciones. Con todo, el sistema es bastante justo y directo, no se anda con medias tintas ni te obliga a pasar horas enganchado al volante para lograr tus objetivos.
Una de cal y otra de arena

El primer parámetro que quiero poner en tela de juicio es la calidad de la conexión multijugador. En la actualidad cuento con una PlayStation 4 y, por desgracia, ya estoy acostumbrado a sufrir de problemas de conexión pese a jugar con cable de ethernet. No sé sí será cosa de la plataforma de Sony, de la presencia de muchos jugadores que funcionan a través del wifi o de la falta de un servidor más potente, pero he tenido ciertos problemas no solo con los tiempos de carga, sino con la presencia de jugadores lageados y algún que otro tirón en mi propia partida. Al final, la resolución es clara: flaquea a nivel de conexión.
Yendo al apartado técnico más propiamente dicho, de buenas a primeras Wreckfest no llama demasiado la atención. La conducción, aunque precisa, carece de un acabado impresionante. Los modelados son buenos, es cierto, pero la sensación de control sobre el coche no es total. Es, cuando menos, complicado de dominar, lo cual no tiene porque ser negativo. Lo que sí debemos reconocer como un verdadero logro es lo bien que están hechas las mecánicas de impacto. El choque entre coches —cacofonía de por medio— está muy conseguido. Al tiempo, la progresiva degradación de los automóviles ante el daño sufrido es muy meritoria; el resultado final es impresionante.
Wreckfest no es ningún espectáculo. No es la obra magna de un artista condenado al ostracismo, pero cumple con aquello que se propone de manera acertada y divertida. A ello colabora la gran cantidad de vehículos —modificables todos ellos— que se pone a disposición del jugador. Si bien no alcanza el impresionante elenco de Forza, no se queda tan, tan atrás. Además, ¿alguna vez os imaginasteis conduciendo con un sofá? Porque yo sí. En lo referente al acabado visual, repetimos ideas: no es genial, pero tampoco nefasto. Cumple, se ve bien, y ya.
Conclusiones
Wreckfest es un juego bastante normalito, con sus virtudes y defectos, que encantará a quienes gusten de la conducción, pero no de la simulación deportiva. Es un juego directo, agresivo y trepidante en que la acción y la diversión van cogidas de la mano. Dedicado a un público más concreto, se hace fuerte si aprecias la brutalidad como recurso. Al final es divertido y entretenido.
Análisis Wreckfest. Clave de juego para PS4 cedida por Dead Good.