Viajamos 20 años al pasado con nuestro análisis de Warhammer 40.000 Dawn of War - Definitive Edition, la remasterización de un clásico.
El universo de Warhammer 40K nunca había estado tan vivo como ahora. Si bien es cierto que la franquicia siempre ha destacado por producir contenido de manera constante, parece estar viviendo una nueva edad de oro. Sobre todo en el mundo de los videojuegos. A fin de cuentas, a este análisis de Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition podríamos sumarle otros muchos no tan antiguos.
El caso más destacado es el de Space Marine 2, uno de los títulos de Warhammer que más fuerte ha pegado. No es el único, pero no quiero desviarme, pues el protagonista del día es la remasterización de uno de los RTS más queridos por parte de los fans de la saga.
Así es, Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition se presenta como un juego de estrategia en tiempo real. Publicado originalmente en 2004, ya dejó muy buenas impresiones allá en su momento. A su regreso, también lo está haciendo.
Publicado el pasado 14 de agosto, en Steam ya acumula un 76% de críticas positivas tras haber recibido casi 6.000 reseñas. Teniendo en cuenta que el juego original se lanzó hace más de 20 años (es de 2004), no está nada mal. Ahora bien, no debemos pensar que es el mismo juego.
Espera, ¿no lo es? Sí, lo es, pero con novedades. Para empezar, Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition hace honor a su nombre, incluyendo todas y cada una de las expansiones que se fueron lanzando con el paso del tiempo.
Además, incluye algunas mejoras, pero de eso os hablaré un poco más adelante. Antes quiero aclarar lo de antes. Digo que no es el mismo porque es una edición nueva con mejoras y todos sus contenidos, pero al mismo tiempo sí que lo es porque no ha cambiado casi.
Análisis de Warhammer 40,000: Dawn of War – Definitive Edition: un clásico modernizado


Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition es prácticamente igual al juego que a tantos enamoró en 2004. La base, la jugabilidad y la esencia son las mismas, ya que no se ha tocado el núcleo del juego. Por eso hablamos de una remasterización y no de un remake. Dicho esto, ¿qué podemos esperar de él?
La jugabilidad es la misma. Por lo tanto, el sistema de combate y control de unidades se sigue basando en el manejo de escuadrones. La jugabilidad, pues, sigue siendo la misma, y no es que innove especialmente como RTS en pleno siglo XXI.
Allá en su momento sí, pero no en la actualidad. Volviendo sobre el tema, nuestro objetivo es ir avanzando por el mapa mientras gestionamos recursos, capturamos diferentes puntos estratégicos y acabamos con el enemigo. En cierto modo, recuerda a la microgestión y el mapeo de Starcraft 2, pero en el universo de Warhammer 40K.

Al final, en cualquier caso, la gestión de escuadrones sigue siendo lo principal. Funciona gracias a que cada facción se siente única. Los Orkos, por ejemplo, son mucho más brutos que los Eldar, cuyo gameplay exige enfoques basados en la precisión.
Al disponer de 9 opciones diferentes, y unos 200 mapas, cada partida se siente diferente. Sobre todo porque el juego trae consigo el llamado sistema de moral. Mediante este, nuestros soldados pueden luchar mejor o peor en función de su estado.
Esto nos obliga a prestar atención a más cosas que la simple potencia bruta; liderar bien a nuestras unidades y usar a nuestros héroes de manera inteligente es clave tanto en la gestión del combate como en la moral de las tropas.
20 años después, la guerra sigue viva


La captura de puntos estratégicos fomenta un estilo de juego agresivo. No puedes quedarte en tu base esperando, ya que los recursos dependen de controlar el mapa. Esto, combinado con mapas variados, garantiza partidas dinámicas y rejugables.
Gráficamente, se nota que es un juego antiguo, pues las texturas y los gráficos son antiguos. Eso sí, se han incluido mejoras técnicas, como la arquitectura en 64bits. Gracias a esto opera con normalidad en cualquier ordenador moderno. Junto al soporte para mods, responde tal y como esperábamos.
Sobre la campaña, teniendo en cuenta que esta tiene más de 20 años, no quiero adentrarme demasiado en ella. Lo que sí os diré si no conocéis el juego original es que es bastante interesante dentro del espectro del universo Warhammer. Sin ser una locura, aporta muchos datos interesantes sobre el lore de la saga.

Además, ofrece una curva de aprendizaje y dificultad bastante buena. Sus diferentes campañas y mapas son mayormente entretenidos y tienen el empaque suficiente como para ofrecernos una buena dosis de entrenamiento.
Por desgracia, el online no ha llegado tan pulido como cabría esperar, puesto que durante estas primeras semanas de vida está teniendo algunos problemas. A mí se me desconectó, o directamente no me encontró partida, en varias ocasiones. Los tiempos de espera también pueden ser un poco largos pues la comunidad no es tan, tan grande.
¿Qué aporta de nuevo esta edición?
Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition es una puesta a punto respecto al original. Trae soporte para resolución 4K, ha sido optimizado para sistemas de 64 bits y es más accesible que antes. Las texturas son mejores, aunque no despuntan si lo comparas con otros juegos más podernos.

Otro aspecto mejorado es el pathfinding. Es algo así como una búsqueda de rutas y movimientos. Es un poco complejo, así que simplemente diré que las unidades son algo más inteligentes y se atascan menos, lo que hace que el juego sea más fluido (tácticamente hablando) que el original.
En mapas con una gran carga de unidades o muchos obstáculos es donde más se nota. Es un aspecto que valoramos tan positivamente como el ya mencionado soporte para mods, puesto que su comunidad siempre ha sido muy activa.
Todo sea dicho, que no hayan agregado algunas novedades inédita es algo que echamos en falta, pues este tipo de actualizaciones suelen darle mucha vida a remasterizaciones como la de Dawn of War. Por consiguiente, podemos decir que es un remaster a la altura que no ambiciona ir a más.
Análisis de Warhammer 40.000 Dawn of War – Definitive Edition: conclusiones

En resumen, Warhammer 40000: Dawn of War – Definitive Edition es una buena remasterización. Podría haber aspirado a más, pero cumple con buena nota en lo más importante: hace más accesible en pleno 2025 a un RTS con mucha historia.
Sigue siendo un vieja escuela. Su esencia sigue estando intacta, aunque eso no termina de gustar en el online, pues falla más de lo que debería. Ha mejorado desde que se lanzó eñ 14 de agosto, pero sigue necesitando un par de parches más.
Los problemas de conexión iniciales y la falta de contenido nuevo pueden decepcionar a algunos, pero el paquete de campañas, facciones y mapas sigue siendo inmenso. Pese a ello, es —sin duda alguna— un juego que le recomendaría a cualquier fan de Warhammer y de los RTS clásicos.


- La jugabilidad basada en escuadrones, que sigue siendo fresca y estratégica.
- La variedad de las nueve facciones, cada una con su estilo único.
- El soporte para mods, que amplía la vida útil del juego.
- La banda sonora remasterizada, que refuerza la atmósfera épica.
- Las campañas, especialmente Dark Crusade, por su narrativa envolvente.
- La optimización para sistemas modernos, que elimina barreras técnicas.

- La falta de contenido nuevo, como campañas o facciones adicionales.
- Problemas iniciales en el multijugador, que afectan la experiencia online.
- Podrían haber sido más ambiciosos en el apartado gráfico con una remasterización algo más potente en ese sentido.
Hemos podido realizar el análisis de Warhammer 40,000: Dawn of War – Definitive Edition tras recibir una clave de prensa en Game Press. Hemos utilizado imágenes de Steam al considerar que eran más adecuadas para ilustrar el presente tema.