¿Con ganas de mechas y destrucción? Pues os hablamos de uno de los que mejor lo hace en nuestro análisis de Daemon X Machina: Titanic Scion.
Seis años después del lanzamiento de Daemon X Machina en Nintendo Switch, Marvelous ha vuelto a encender el motor de su particular ejército de mechas con Daemon X Machina: Titanic Scion, la secuela —pero no a nivel argumental— de una franquicia que ha buscado el multiplataforma —en esta ocasión— desde el primer día.
Al menos hasta cierto punto, pues bien es cierto que solo se puede disfrutar en la consola de Nintendo y en PC. PlayStation y Xbox se han quedado fuera una vez más, pero tampoco es que nos importe mucho, ya que en Steam hemos sido capaces de disfrutar de todo su potencial.
Y por si os lo estáis preguntando, no, no hace falta jugar al primero para darle caña a este segundo. Más allá de ciertos cameos, Titanic Scion es una secuela totalmente independiente de su precuela. La trama no es una continuación directa y se limita a rescatar algunos antiguos conceptos.
Es por esto mismo que no tendréis problemas en disfrutar de él pese a que no hayáis catado la primera entrega. Es más, diría que este nuevo Daemon X Machina es más accesible que el original. La curva de entrada es menos agresiva que la de su predecesor, lo cual se agradece.
No obstante, la base sigue siendo la misma: un mundo sumido en el caos con un ambiente postapocalíptico con un marcado carácter sci-fi en donde la personalización de los robots siempre está bien acompañada de un gameplay tan frenético como brutal.
Análisis de Daemon X Machina: Titanic Scion
Dicho esto, ¿qué podemos esperar de Titanic Scion? De buenas a primeras, mechas. Muchos mechas. Y violencia. Bastante violencia. Lejos de lo que tal vez cabría esperar para quienes no conozcan la (ahora sí) saga, Daemon X Machina es un juego en donde la violencia está a la orden del día.

Sin llegar a ser extremadamente explícito, no tiene reparo alguno en decorar determinados escenarios con los monstruos a los que nosotros mismos también acabaremos asesinando. En un mundo carcomido por el caos no hay espacio para el preciosismo.
Esto no quiere decir que sea feo, pues no es así. Sin ser el título más puntero del mercado ni una oda a los gráficos, Daemon X Machina: Titanic Scion se ve bien. Se luce y es bastante espectacular, sobre todo cuando nos dedicamos a dar mamporrazos por aquí y por allá a lomos de nuestro robot gigante.
Algo lógico si tenemos en cuenta que la idea principal es ofrecernos un profundo sistema de personalización en donde podemos crear al mecha de nuestros sueños para acabar con todo enemigo que se cruce ante nosotros. Y sí, se siente tan bien como suena.

A fin de cuentas, Daemon X Machina nos deja personalizar el diseño de nuestro robot antes de lanzarnos de lleno a un combate bastante brutal y trepidante en donde podemos buscar tanto el cuerpo a cuerpo como la distancia. Algo muy grato si tenemos en cuenta esa personalización de la que ya os he hablado.
Tu mecha, tu estilo
Podemos ajustar las armas que utilizamos, escogiendo entre cañones de energía, espadas gigantes, arcos de combate… También podemos modificar ciertas partes de la armadura, dándonos un control relativamente amplio en su diseño.
Para que os hagáis una idea general, podremos escoger entre distintos modelos para el cuerpo, la cabeza, el brazo izquierdo, el brazo derecho y las piernas. Esto le sienta realmente bien y es la base del juego junto al ya mencionado combate.

Sobre este la verdad es que tampoco puedo decir nada demasiado concreto, puesto que tampoco es que reinvente la rueda. Daemon X Machina: Titanic Scion es algo así como un hack and slash de proporciones épicas (en el sentido del tamaño de nuestros robots) que nos permite explorar un mundo abierto repleto de secretos.
Las peleas son rápidas y viscerales, de combinaciones simples y combos contundentes. Busca la espectacularidad en cada golpe, lo cual a veces genera algunos problemas con la cámara debido al tamaño de ciertos enemigos. Además, los controles, aunque precisos, a veces son un poco erráticos, lo cual puede generar momentos un tanto confusos.
Sucede algo parecido con los combates aéreos. Podremos surcar el cielo en cualquier momento, y es bastante satisfactorio, pero cuesta un poco pillarle el punto. Personalmente, os recomiendo que lo probéis con mando, ya que me parece mucho más intuitivo.
Machacar monstruos a lomos de un robot es dos veces mejor si técnicamente está a la altura

El caso es que, aun con sus fallos, es divertido. Daemon X Machina: Titanic Scion no se corta un pelo y se viene muy arriba, ofreciéndonos combates que parecen sacados de una película de Pacific Rim, pero con bastante más farming de lo que tal vez nos habría gustado.
Todo sea dicho, el juego gana bastantes puntos cuando lo juegas en cooperativo con un amigo. Tiene soporte para partys de hasta cuatro personas y, aunque no lo he probado, viene con crossplay. De su calidad técnica no os puedo hablar, aunque sí que os puedo decir que el juego suma muchos puntos cuando te dedicas a destrozar monstruos gigantes con un amigo.
Lo bueno es que cuando tiras de comparativas, es mejor que el anterior. En otras palabras, si te gustó el primer Daemon X Machina, este lo hará todavía más, pues da más y mejor. El estudio ha aprendido de sus errores del pasado para ofrecernos un juego más completo.
El apartado técnico es superior, el mundo abierto da una exploración más entretenida y las transiciones y animaciones son más fluidas. Al menos en PC. En NSW desconozco cómo rendirá, así que no os puedo hablar de la híbrida de Nintendo en este caso.
Todo sea dicho, aunque en Titanic Scion hay más variedad, a largo plazo sí que se puede sentir un poco repetitivo. Si bien es cierto que la mezcla de gráficos tipo anime le sienta muy bien, cuando sobrevuelas un desierto de muerte y destrucción durante un par de horas, se puede sentir un poco homogéneo de más.
Luchando contra la extinción… y contra la cámara
Además, esa misma cámara puede darnos problemas en espacios algo más cerrados, provocando que a veces sea algo más caótico de lo que debería. No falla de manera grave, pero tiene algunos problemas. Además, si a eso le sumas que el sistema de botín (es algo así como un looter de acción) es aleatorio, puede ser tan frustrante como satisfactorio.

Sobre la narrativa, sí, hay una historia, y te habla de un mundo en donde la supervivencia lo es todo. Pese a ello, y aunque narrativamente funciona, la historia de cómo los Outers (humanos con habilidades especiales) crearon una facción que intenta controlar el planeta con mano de hierro…
Acaba siendo algo secundario. Tú, como personaje, eres un Outer que se ve envuelto en un conflicto entre los distintos bandos que pueblan el mundo, pero tu moral es mucho más alta que la de cualquier otro, por supuesto. Al final se rige por los tópicos del género, pero tampoco es que importe demasiado.
Al final lo importante es tener una excusa para repartir estopa por doquier. Recuerda un poco a Armored Core, una de las grandes influencias del género. Inclusive, puedes acabar pensando en Macross o Gundam, pero se acerca más a la obra de FromSoftware que a cualquier otra.
En cualquier caso, y volviendo al guion, no es muy potente, pero funciona mejor que el de su predecesor al abandonar el sistema de misiones lineal. Al ofrecernos más libertad con el mundo abierto, la sensación de control es mayor. Gracias a esto, la experiencia es más fluida y gana varios enteros respecto a su antecesor.
Análisis de Daemon X Machina: Titanic Scion | Conclusiones
En resumen, Daemon X Machina: Titanic Scion es una secuela ambiciosa que amplía la fórmula del original con un mundo abierto, combates intensos y una personalización profunda. Realiza un buen hacer en términos generales y ofrece una experiencia bastante interesante, sobre todo con amigos, en donde la diversión lo acaba siendo todo.


- El mundo abierto le sienta muy bien y da gusto explorar el mapa.
- El combate es divertido. Las batallas se sienten brutales, tal y como debe ser en un mecha.
- La personalización de nuestros robots de combate.
- El modo cooperativo.
- El ritmo. Es directo y va al grano.

- La cámara a veces es un tanto errática, sobre todo ene l cuerpo a cuerpo.
- El sistema de botín puede ser frustrante y a veces alarga demasiado la progresión.
- La historia es bastante obviable.