
Cuando un estudio español con la trayectoria de MercurySteam te dice que está trabajando en un nuevo juego, te sientas, miras con atención y aplaudes. A día de hoy, se han ganado ese derecho, pues sus dos últimos trabajos (Metroid Dread y Castlevania: Lords of Shadow) nos demostraron que eran capaces de lo mejor. Con el análisis de Blades of Fire no os diré lo contrario.
No es para menos, pues nos encontramos frente a un ARPG con toques de soulslike, un muy interesante sistema de forja y un mundo de carácter medieval bastante bien diseñado. Su mayor defecto es que en PC solo está disponible en Epic, no en Steam, siendo este un posible obstáculo a la hora de llegar a más jugadores.
Y sí, que esté o no en una plataforma es una de las cosas que menos me ha gustado, pues por lo demás es una experiencia bastante satisfactoria. Tras pasar no pocas horas enfrentándome a un buen ejército de enemigos bastante bien diseñados, puedo decir que Blades of Fire es una experiencia notable y con mucha fuerza.
Para que os hagáis una idea de cómo le está yendo, en Metacritic tiene un 8’3/10 de media tras 118 reviews de usuarios, mientras que su valoración es de 73/100 tras 48 análisis de crítica especializada. Hablamos de un título notable, cosa muy destacada si tenemos en cuenta que hablamos de un doble A que pertenece a un género muy exigente.
Análisis de Blades of Fire

Curiosamente, uno de los aspectos que más destaca en Blades of Fire es su sistema de forja. No es una simple mecánica más, sino que es un concepto que define la manera en la que jugamos y afecta a la narrativa. Todo empieza cuando la recién nombrada reina Nerea lanza un hechizo prohibido.
A través de este petrifica todo el acero del reino, a excepción del que porta su ejército, provocando que se desate el caos en todas partes. El ejército, sabiéndose superior en recursos, abusa del pueblo a placer, haciendo alarde de sus armas y armaduras.
Pero a nosotros no. Somos Aran de Lira, un hombre que empuña un martillo mágico que le permite trabajar el metal y forjar sus propias armas en un ritual. Junto a Adso, un erudito que le ayudará en su viaje, se propone acabar con el reinado de Nerea.

Por desgracia, la narrativa flojea más de lo que nos gustaría confesar, puesto que hay varios segmentos en los que sientes que algo falla. Sin llegar a dejarnos un mal sabor de boca, es como que no termina de arrancar. Siempre se queda en el «casi». Le falta un poco de fuelle a la hora de romper moldes y engancharnos como espectadores.
Pese a ello, goza de un buen ritmo, dejándonos con una aventura herrera bastante entretenida pese a que puede hacerse algo densa cuando nos atascamos contra algún boss. Pese a ello, la capacidad de alterar nuestro estilo mediante la forja siempre nos insta a seguir adelante.
Cada vez que creamos un arma, es a través de un minijuego, y este es tremendamente satisfactorio. Te sientes como un verdadero maestro del metal capaz no solo de hacer magia con su martillo, sino también de repartir estopa al más puro estilo espartano.
Darle al martillo es mi nuevo pasatiempo

Elegir el tipo de acero, el tamaño del filo o la empuñadura no es solo una cuestión estética; cada decisión afecta el peso, la durabilidad y el tipo de daño, obligándote a pensar estratégicamente antes de cada combate. Esto le da un toque bastante único sin salirse, en realidad, de las cualidades habituales del RPG.
Al final, sigue siendo un sistema de crafteo como los de toda la vida, pero el enfoque y la perspectiva que aplica hacen que se sienta justo lo contrario. El estudio español ha logrado integrar esta mecánica de manera muy natural en el juego, haciendo de ella una parte tan fundamental como divertida dentro de su gameplay.
Todo sea dicho, la cosa no se queda ahí. Aunque un tanto tosco, el combate de Blades of Fire también es muy satisfactorio. Con un enfoque táctico, se siente tan brutal como sosegado. Hay que medir bien los tiempos, combinando la violencia más desmedida con la pausa más tranquila.

Aquí no basta con machacar botones: cada enemigo tiene puntos débiles específicos. Escoger adecuadamente legir ataques cortantes, punzantes o contundentes es clave para romper sus defensas. La influencia de Dark Souls también es innegable, con yunques que funcionan como hogueras y un diseño de niveles interconectado que premia la exploración.
Ahora bien, no quiero que me malentendáis. No es una copia. De hecho, tampoco podría afirmar que se inspire ciegamente en los Souls, pues al final es una mecánica más propia cada vez más independiente. Además, cuando lo comparamos con estos, se siente más dinámico.
No llega al pulido de los hack and slash ni su movilidad, y es ahí donde más se nota que es un doble A y que el presupuesto es limitado, pero está bien ejecutado. Eso sí, la cámara es relativamente propensa a jugarnos malas pasadas en espacios cerrados debido a que su sistema de fijado no está del todo refinado.
Blades of Fire es un ARPG muy interesante, y encima es español

Blades of Fire no oculta su deuda con los grandes del género, pero tampoco se limita a imitarlos. El diseño de niveles, con sus castillos laberínticos y bosques vibrantes, evoca la atmósfera opresiva de Dark Souls y la épica mitológica de Castlevania: Lords of Shadow.
Se nota. En realidad se nota, pero tiene alma. Tiene personalidad. Su dirección artística es propia y se nota en la paleta de colores, el estilo de las texturas o los propios escenarios. Es como un relato de fantasía bruñida en caos en donde cada criatura tiene su propia definición. Personalmente, me ha gustado mucho el estilo.
En cierto modo, es lo que nos insta a seguir delante junto a esa ya mencionada jugabilidad. En las casi 50 horas que os puede durar el juego, la historia no tiene fuerza suficiente por sí sola para mantenerte a los mandos. No obstante, cuando lo combinas todo, la cosa cambia. A los diálogos y los personajes les falta carisma, pero el diseño, el combate y la forja lo derrochan… en el buen sentido.
A título personal, estoy muy satisfecho con Blades of Fire. Es un juego realmente gratificante con muchas cosas buenas y unas pocas malas. Mayormente divertido, no te deja indiferente, y es que ese sistema de forja de verdad que es adictivo. Ser tú quien fabrica las armas es muy grato.
Conclusiones

En conclusión, MercurySteam ha engendrado un gran juego que sabe cumplir en casi todos los ámbitos. Su sistema de forja y su combate táctico son sus mayores triunfos, mientras que su narrativa y algunos problemas técnicos (nada grave por mi parte) ponen las notas más negativas.
No es el mejor soulslike, ni pretende serlo, pero es una experiencia única que merece ser jugada por quienes buscan algo más que otra secuela predecible. Si te gustan los juegos que te exigen pensar, explorar y forjar tu propio camino, Blades of Fire te dará mucho de qué hablar. Solo ten paciencia: como el buen acero, este juego se disfruta mejor cuando se templa con tiempo y dedicación.

- El sistema de forja. La sensación de fabricar tus propias armas es muy positiva.
- El combate es exigente, satisfactorio y en general está bien medido.
- Los niveles están diseñados de manera inteligente. Generan atmósfera e impacto.
- La dirección artística es bastante buena,

- La narrativa y los diálogos no son tan potentes.
- La cámara a veces da problemas en espacios cerrados.
- Los picos de dificultad de ciertos segmentos y la sensación de que el backtracking a veces es excesivo.