Los indies, benditos indies. He de reconocer que, en muchas ocasiones, si no fuera por su propuesta agresiva y/o experimental, la industria actual de videojuegos que conocemos quedaría algo desangelada. Pero gracias a títulos como A Highland Song, del cual a continuación os traigo mi análisis en PC, suelen ser un soplo de aire fresco. Si bien no inventa la rueda, es de aquellos títulos que merece algo más de notoriedad para que no pase desapercibido entre tanto lanzamiento triple A.
Para presentaros el juego, A Highland Song se vio por primera vez en el Nintendo Indie World del pasado mes de noviembre. Casi sin hacer ruido, fue uno de los títulos que más me llamó la atención del evento. Desarrollado por inkle Studios, no es la primera obra de un estudio que puede ser reconocido por obras como 80 Days o Heaven’s Vault. De hecho varios de sus juegos han sido nominados a varios premios y este mismo A Highland Song fue incluido en la selección oficial del pasado Festival de Tribeca.
Análisis de A Highland Song | Corre Moira, corre
La historia del juego, a poco que sepáis algo de geografía europea, se sitúa en Escocia. Más en concreto en sus Highlands, una cadena montañosa en la que no habita mucha gente y su pueblo más famoso es Inverness (hogar de Nessie o el monstruo del Lago Ness). Normalmente no me extendería tanto en un análisis de un juego en localizar el universo donde tiene lugar, pero en este caso es muy importante para comprender el trasfondo de la obra y entender mejor su propuesta global.
Nosotros jugaremos el papel de Moira McKinnon, una jovenzuela habitante de un pueblo de la región que nunca ha visto el mar. En los 15 años de nuestra existencia no nos hemos alejado ni un ápice del hogar que compartimos con nuestra madre y, de repente, recibimos una carta de nuestro tío Hamish urgiendonos a visitarlo en su faro, cerca de la costa. Así pues, ese es el punto de partida de nuestro viaje. Un viaje que empieza dejando a nuestra madre atrás y saliendo a explorar el mundo con tan sólo una mochila y muchas ganas de descubrir todo lo que esas montañas nos deparan.
Ain’t No Mountain High Enough
Lo que nos propone jugablemente el título del estudio inglés es una aventura de exploración y plataformas en las que deberemos sortear todo tipo de dificultades para llegar a nuestro destino. Por ello, podremos correr, saltar, escalar y deslizarnos por pendientes. Contaremos con una barra de salud que será el indicador de nuestro estado físico. Ciertos «trompazos» que podamos sufrir al caer de alturas elevadas, por ejemplo, nos irán restando dicha salud. Pero también perderemos salud por no descansar o no dormir durante nuestro viaje e incluso nos afectarán las condiciones climáticas como el viento, la lluvia o el frío que iremos teniendo en el viaje. Y si habéis estado por Escocia ya sabéis lo que hay…
Para ello, y aunque no es el aspecto más importante del juego la gestión de esta salud, podremos descansar si encontramos (y entramos) una casa, una cueva o incluso entre matorrales. Sin duda le añade un apartado de «micro-gestión» que te hará, almenos, no ir a lo loco como si de una cabra montesa se tratara y teniendo que vigilar los saltos y tus movimiento.
El ciervo me alegrará los oídos
De tanto en cuando, en nuestro camino se cruzará un ciervo, al que Moira querrá atrapar o, cuanto menos, correr tras de él. Será en esos momentos en los que empezará una carrera que hará que, siguiendo el ritmo de la música al más puro estilo Hi-Fi Rush, debamos apretar los botones que se nos muestran en los distintos obstáculos para no chocar con ellos y que se acabe esa persecución.
El juego es permisivo y nos permitirá algún fallo que otro, pero si fallamos en exceso, ese fragmento acabará y reprenderemos la marcha con normalidad. He de decir que esta faceta es una de las que más he valorado en mi viaje. No sólo por la calidad de las composiciones de Laurence Chapman en colaboración con ALISK y Fourth Moon, sino ya que tras segmentos en los que no paras de escalar, saltar, etc, coger esa «rampa» y esa alocada velocidad aporta muchísima frescura a la exploración.
Análisis de A Highland Song | Saltar, brincar, explorar y VIVIR
Y toda esta jugabilidad expuesta anteriormente tendrá un único fin: descubrir el mundo y los personajes a tu alrededor en un viaje que, a pesar de tener un destino final y un objetivo muy claro, te hará ver que, como en muchas ocasiones, el destino a veces no es lo más importante sino el camino recorrido. No quiero desmerecer ni mucho menos nuestro objetivo final. Sino al contrario. De hecho es un juego en el que es muy importante la rejugabilidad. Y no sólo porque cada viaje será diferente, si no que tenemos un evento en el juego al que, si consigues llegar a tiempo, descubrirás algo que nos ha encantado y que le aporta mucho sentido a su historia.
Pero si no tienes prisa y lo que deseas es explorar, también tendrás juego para rato. Tenemos muchos picos que coronar y varios rincones que visitar. Tanto si eres de los que va al grano como si eres de los que se entretienen queriendo descubrir cada piedra del escenario, no te decepcionará y satisfará a todos los jugadores. Pero recomendamos encarecidamente que, si jugáis, le deis una segunda vuelta (o más) para seguir exprimiendo las bondades de este título.
Conclusiones Finales
A Highland Song es sin duda un viaje que se ha de disfrutar. Con una base jugable a caballo entre las plataformas y ligeros toques de juego rítmico y de supervivencia incluso, nos espera una corta experiencia (3/4 horas la primera «run») que necesita ser rejugada para ser comprendida en su totalidad y que hará que cada viaje sea diferente, no sólo en el camino sino en el viaje.
- Las breves secuencias musicales
- La rejugabilidad
- A algún jugador puede echar atrás su inglés (dialecto o vertiente escocesa)
- En ocasiones puedes sentirte algo desorientado