Os dejamos nuestro análisis de Metal Eden, lo nuevo de Reikon Games que llega cargado de acción y muchas buenas ideas.
Con varios veteranos de CD Projekt (The Witcher) y Techland (Dying Light) a sus espaldas, Reikon Games vuelve a la carga con Metal Eden, del que hoy os traemos su análisis. Estamos ante un nuevo FPS que si bien es cierto, toma prestada la fórmula de otros grandes del género como DOOM (2017) incorporando sus propios elementos.
Y ojo, Metal Eden es la prueba perfecta de que no hace falta rizar el rizo para hacer un juego atractivo y extremadamente divertido. Para ello, se vale de algo mucho más simple y llano: hacer bien las cosas. Por supuesto, también incluye sus propios patrones, como una trama más profunda y mecánicas de combate únicas.
Siendo francos, la mano maestra de sus creadores se nota bastante, y que el estudio esté formado por solo 40 miembros, no es motivo suficiente para que esta IP no resulte redonda en casi todo lo que pretende. De todo esto y mucho más os hablamos en nuestro análisis.
Análisis de Metal Eden: siempre estarás en movimiento
Si definiéramos Metal Eden como un título frenético y con elementos de gore, estaríamos tapando parte de la esencia del título, y donde pretende distanciarse del resto. Y si bien es cierto, nos obliga a estar siempre en movimiento y desmembrando a grupos de enemigos, aporta mucho más de lo que parece a simple vista.
Tan pronto como nos movamos en los primeros compases, aprenderemos a usar las mecánicas de extraer núcleos. Una suerte de habilidad que nos permite acaba con los enemigos de un solo golpe, ya que le arrancamos su unidad más importante, la cual podremos usar tan pronto como la separemos de ellos. De este modo, con un simple movimiento extraemos el núcleo y podemos utilizar para generar una explosión que suele acabar con los enemigos de una sentada.

Sin embargo, esta tiene muchos más usos, como aplicarnos su poder a nosotros mismos, lo que nos brinda más un poder más único y potente. De este modo, podemos usarlo para romper la barrera de varios enemigos acorazados, lo cual también añade un elemento estratégico. Aunque también requiere algo de dominio, ya que su uso cuenta con tiempo de enfriamiento, y un error nos llevara a tener esperar para volver a usarla mientras los enemigos nos acribillan a balas.
Justo en este punto es donde el escenario adquiere importancia, y es que, aunque su principal desarrollo es lineal, también encontramos zonas semiabiertas. Muchas de estas zonas son arenas de combate, donde estratégicamente hay colocados ciertos potenciadores. Algunos de estos están enfocados a recuperarnos la salud, mientras que otros, nos permiten recargar las habilidades.
De este modo, no solo tenemos que estar atentos a los enemigos y como acabar con ellos, también a lo que el escenario nos ofrece. Lógicamente, la dificultad y peculiaridad de los cíborgs aumenta a medida que avanzamos, por lo que nosotros mismos tendremos que ir actualizando nuestra propia forma de acabar con ellos.
Ciencia ficción muy oscura y con ambiente familiar, pero con capacidad para engancharnos

de ciencia ficción que apuesta por una narrativa oscura y cargada de simbolismo. La historia nos sitúa en un futuro en el que la humanidad ha aprendido a digitalizar su conciencia para colonizar nuevos mundos. Sin embargo, lo que debía ser un proyecto de progreso se convierte en pesadilla:
Moebius, la gran ciudad orbital destinada a albergar colonos, ha caído en la desgracia de la llamada “Erosión”. Lo que era un faro de esperanza se transforma en un infierno de metal corroído y ecos de humanidad perdida. La protagonista es Aska, una androide militar con psique humana integrada, enviada a una misión imposible: recuperar los núcleos Alfa que contienen las almas de los colonos atrapados.
No lo hace sola, pues la acompaña Nexus, una inteligencia que actúa como guía y contrapunto, mientras se enfrenta a ejércitos mecánicos, secretos corporativos y el legado de los misteriosos “Ingenieros”. La trama, sin ser rompedora, juega con dilemas existenciales sobre identidad, memoria y la difusa frontera entre lo humano y lo artificial, evocando inevitablemente referentes como Ghost in the Shell e incluso a Metroid Prime.
Desde el punto de vista narrativo, Metal Eden no busca reinventar la rueda, pero sí logra un equilibrio interesante: su mundo está lleno de referencias reconocibles, aunque consigue darle un aire propio gracias a su atmósfera densa y a una puesta en escena muy trabajada. La historia funciona como un motor que da sentido a la acción desenfrenada, invitando al jugador a avanzar tanto por curiosidad narrativa como por puro frenesí jugable.
Donde si nos hemos sentido desilusionados ha sido con respecto a la duración. Y es que en un máximo de 8 horas y siendo algo torpes, podemos darle carpetazo. Por suerte, tiene bazas para fomentar su rejugabilidad muy promovida por el desafío de ir a por dificultades más altas, donde sin duda se convierte en todo un desafío.
Sistema de progresión variado, pero con pocas novedades

Por suerte no estaremos solos, y a medida que avancemos, encontraremos nuevas y más potentes armas. Escopetas, fusiles… hay de todo para provocar una carnaza. Esto no solo nos permitirá dar rienda suelta a nuestra imaginación más macabra, sino que además contamos con más elementos. Y es que si algo le venía bien a un título tan frenético, es la gestión de recursos.
No nos referimos únicamente a potenciadores de salud o munición, sino que da un paso más en la recolección de materiales. Ahora podemos mejorar nuestras armas, por lo que podemos decidir que estilo de juego potenciar en función a nuestro gusto.
Además, acaba vez que acabamos con enemigos recibimos experiencia, por lo que en efecto, cuenta con su propio sistema de progresión. Metal Eden tiene un árbol de habilidades bastante variado en cuanto a posibilidades, ya que cada rama de este, tiene su propio estilo.
Este sistema de progresión, tiene su enfoque en el hackeo. De este modo, si nuestro problema es que andamos siempre bajos de salud, podemos hacer que los enemigos suelten más vida. Del mismo modo, si los combates nos parecen demasiado rápidos, podemos desbloquear habilidades que nos permita ralentizar el tiempo.
En definitiva, el sistema de progresión crece a nuestro propio ritmo. Y si bien es cierto, no se siente del todo novedoso, volvemos a las raíces del juego: sorprender por hacer las cosas bien. Y en eso cumple como pocos. Además, a medida que progresemos, podremos encadenar habilidades con la metralla, convirtiéndose en todo un pepino jugable donde no podremos ni pestañear.
Saltos, parkour, vehículos… aquí siempre te diviertes

Si creíais que Metal Eden solo se centra en la acción, debéis saber que esto es solo la punto del iceberg. El juego cuenta con muchos más elementos que lo hacen atractivo, que además, se intercalan con las partes de acción. Hablamos de plataformeo, fases donde tendremos que atravesar pasarelas plagadas de saltos que además se intercalan con la posibilidad planear.
A esto vamos a sumarle más elementos que conforme avancemos, estarán más presentes como el parkour por pasarelas. Estos, a menos se intercalarán con saltos combinados o incluso la posibilidad de engancharnos a dispositivos. Lejos de acabar ahí la cosa, también cuenta su propio sistema de vehículos, del cual no queremos hablar demasiado para no destripar la sorpresa. Solo diremos que su control es placentero y no se siente implementado de manera que no se pueda disfrutar. Bueno, eso, y que es un gran guiño a Metroid Prime.
En definitiva, el juego va mucho más allá de la acción y del gore gratuito, e intenta aportar otros elementos con lo que entretenernos para que no se convierta en una aventura tan pasillera.
Gráficamente da buen uso de Unreal Engine 5, pero sin sobresaltos

Tal y como se puede apreciar a simple vista, Metal Eden hace un buen uso de Unreal Engine 5. El título se desenvuelve con gran soltura en sus dos configuraciones gráficas: Rendimiento y Calidad. Este último brilla especialmente en PS5 Pro, donde la tasa de imágenes por segundo aumenta, logrando un equilibrio muy sólido entre fluidez y fidelidad visual.
Ahora bien, tampoco es que el motor esté siendo exprimido al máximo. Los escenarios se ven espectaculares y funcionan con total estabilidad, pero no destacan por efectos avanzados de iluminación, partículas o físicas. De hecho, en más de una ocasión podría confundirse con un juego propio de la generación anterior.
Algo similar sucede con los modelados de personajes y enemigos: cumplen con buena factura, pero están lejos de lo que se espera de una superproducción. Curiosamente, el nivel de detalle es más apreciable en las armas y sus animaciones, que se sienten más trabajadas. En conjunto, es un apartado gráfico competente, ajustado a los recursos con los que ha contado Reikon Games, reforzado por pinceladas de sangre y gore que le aportan personalidad.
Donde no hay discusión es en el acompañamiento sonoro. La banda sonora resulta vibrante y dinámica, adaptándose al ritmo de la acción. Sus sintetizadores, bases electrónicas y coros se encargan de elevar la intensidad en los momentos clave, redondeando la experiencia de forma brillante.
Como punto negativo, el juego llega con voces en inglés y subtítulos en castellano. Y es que en un título tan cargado de acción, donde las conversaciones son constantes, se echa en falta no tener que estar leyendo. Por lo demás, el doblaje en inglés es bastante acertado con las voces humanas, pero algo desapuntadas con las robóticas, que además han sido generadas por IA.
Conclusiones finales: análisis de Metal Eden

Metal Eden ofrece una trama sólida que cumple su papel: no brilla por originalidad, pero aporta un trasfondo atractivo que potencia la experiencia de juego. Es un relato que se siente familiar, pero que envuelve la acción con una capa de identidad y estilo que lo eleva por encima del simple homenaje a Doom.
Y es que a nivel jugable nos ha parecido muy divertido y entretenido, con algunas mecánicas únicas, pero sin salirse de la línea. De hecho, no nos cansamos de repetir que su único objetivo es el de hacer las cosas bien a la vez que representa un digno homenaje a títulos como DOOM.
Además, incorpora sus propias ideas, como la combinación tan potente que hace con el parkour o incluso la posibilidad de conducir vehículos. Tampoco hay que olvidar que tiene elementos de gestión de recursos, algo que sin duda habría tenido más provecho de tener una duración más extensa, que se queda a medio camino con apenas 8 horas de juego.


- Frenético, divertido, bien hecho y con ideas propias.
- El intercalado entre acción y plataformas.
- La historia oscura es un buen añadido pese a no ser algo rompedor.

- La duración palidece para su precio.
- Algunos jefes más le habría sentado de lujo.
- La ausencia de voces en español.