Desde siempre y hasta ahora, he sido un fan incondicional de los JRPG. No obstante, por mucho que me ha llegado a pesar, nunca tuve la oportunidad de jugar a la secuela de Ni No Kuni. De hecho, fue todo lo contrario con su primera parte, ya que esta —si bien acabé con un sabor agridulce en la lengua— me dejó con ganas de más.
Estas últimas semanas han sido las que he podido jugar a fondo a Ni No Kuni II: Revenant Kingdom en su Prince’s Edition para Xbox Series S. Tras esto, os dejamos con el análisis de una obra hecha genialidad que, por fin, ha llegado a las consolas de Microsoft. Y a su servicio de suscripción, Xbox Game Pass. Dicho esto, y para empezar, he de dejar claro que Ni No Kuni II: Revenant Kingdom es un action-RPG con una jugabilidad que se acerca a los hack ‘n slash.
A fin de cuentas, podemos hacer combinaciones de botones entre ataque débil y ataque fuerte. De hecho, nos lo explican en el tutorial. Por lo tanto, de buenas a primeras tenemos un gameplay muy cuidado. Aunque eso sí, también nos topamos con mecánicas algo básicas para lo que tenemos hoy en día, pues los combates se pueden llegar a reducir a usar mayormente las habilidades más fuertes.
Análisis de Ni No Kuni II: Revenant Kingdom para Xbox | La creación de un nuevo reino
Sin hacer mucho spoiler, la historia de Ni No Kuni II: Revenant Kingdom empieza con la escena de un Presidente. Este político tiene un accidente y es transportado al Reino de Cascabel. Será justo en la habitación de nuestro protagonista, Evan Pettiwhisker, el legítimo Rey de este reino que ha sufrido de un golpe de Estado. Ante tal inesperado suceso, Roland decide hacerse su Escudero y proteger al Rey cueste lo que cueste.
Debido a la incapacidad inicial de recuperar el Reino de Cascabel, Evan y compañía hallarán la forma de crear un nuevo reino donde todos puedan vivir felices. Esta será una ardua tarea, ya que deberemos reclutar a personajes que quieran vivir en nuestro nuevo reino. En principio puede parecer una historia de color de rosa, pero lo cierto es que no es nada así. Tanto es así que habrá algunos momentos inesperados en la trama.
Un gameplay lleno de acción
Como he mencionado previamente, Ni No Kuni II es un JRPG de acción en tiempo real. Bandai Namco decidió hacer el combate más simple que su segunda saga más conocida, Tales of. El gameplay de este título es sencillo de aprender y también muy divertido, ya que el escenario estará lleno de enemigos y mucha acción de por medio. En este juego no hay combinaciones complejas que haya que memorizar. Tampoco nos exige mucha experiencia, puesto que es un juego accesible para todos los que se quieran iniciar en el género.
Empezando por los personajes jugables, al principio solo controlaremos a Evan. Mientras, los demás compañeros actuarán a conveniencia con una IA que no decepciona (y menos mal). Sin embargo, podremos ir cambiando a voluntad de personaje si así lo queremos, aunque en mi caso no lo hice en ningún momento al acostumbrarme a Evan. Eso por un lado. Por el otro, en este título no iba a ser todo machacar botones
A fin de cuentas, también tenemos un componente de estrategia que nos puede ayudar con algunos grupos grandes de enemigos. Este componente son los Fofis, unos seres que representan los elementos de la naturaleza. Por supuesto, nos irán acompañando en nuestra aventura y que nos ayudarán en los combates. Al principio no los usaremos mucho por lo cortas que serán las batallas, pero conforme avance nuestra aventura sí que los iremos necesitando más. Los Fofis pueden atacar a los enemigos y darnos ventajas como curarnos.
El Reino para los más completistas
Una «mecánica» que nos presenta Ni No Kuni II es la construcción del Reino de Evan, el cual irá creciendo a medida que avancemos en la historia y reclutemos ciudadanos. En él podremos construir tiendas, talleres, algunas granjas y diversos centros que nos darán beneficios como equipamiento, entre otras cosas. Esta mecánica es opcional, claro. No obstante, podemos obviarla si no queremos el juego al 100%, ya que esto está más por los jugadores más completistas debido a las horas que hay que dedicarle.
Sin embargo, es recomendable mejorar nuestro reino si no queremos ganar experiencia en masa, puesto que obtendremos mejores habilidades y un equipamiento más poderoso. Todo esto viene acompañado de unas batallas campales en tiempo real a modo de minijuego. Este minijuego también lo tendremos por historia de manera puntual, el cual nos podría llegar a recordar a las batallas campales de Final Fantasy Type-0 HD.
Un lanzamiento para reflexionar
Cuando estaba jugando unas semanas después de su lanzamiento, me entró la curiosidad de saber cuántos jugadores se habían pasado el primer capítulo del juego. Y más importante aún: ¿Qué porcentaje de jugadores han completado el juego? Y en el caso de que hayan sido pocos los que completaron el primer capítulo, ¿por qué esto es así? Estas fueron preguntas que me rondaron en la cabeza varios días.
Con eso en mente, decidí indagar un poco. Tras esto, descubrí que tan una cantidad moderada se han pasado el primer capítulo, mientras que una ínfima parte ha terminado el juego. Estas son cifras que nos hacen pensar bastante de que, como es «un juego gratis» de día uno en Game Pass, los jugadores no lo valoran del todo. Y como no han gastado su dinero en él, no lo han acabado. Todo esto no significa que el juego sea malo, para nada. Todo lo contrario, perfectamente este juego podría formar parte de las siete maravillas del mundo.
Análisis de Ni No Kuni II: Revenant Kingdom para Xbox | Conclusiones
En definitiva, Ni No Kuni II: Revenant Kingdom es un juego que le hacía falta a Xbox, pero que desgraciadamente no causa interés alguno al público de esta plataforma como hemos visto en los datos de los trofeos. Con mucho potencial en su jugabilidad y en su trama, Ni No Kuni II perfecciona todo lo de la primera entrega, manteniendo accesible el juego a todos los públicos. Un JRPG que quizá no merecía la pena que llegase a Xbox.
- Los personajes son muy carismáticos.
- La historia está bien diseñada.
- Goza de un gran apartado audiovisual.
- No tiene una variedad de combos demasiado grande.