Continuamos con nuestra tanda de primeras impresiones de la temporada y en esta ocasión le toca el turno a 86 Eighty-Six. El estudio A-1 Pictures ha apostado por el drama bélico adaptando una serie de novelas ligeras del escritor Asato Asato. Lo cierto es que este estreno no ha generado tanta expectación como otros grandes títulos, pero cuenta con una de las premisas más potentes de la temporada y con una buena puesta en escena. Si consigo convenceros de ello en las próximas líneas, recordad que podéis seguirla en el simulcast de Crunchyroll.
Desde hace años, la República de San Magnolia se defiende de los continuos ataques llevados a cabo por los autómatas del Imperio Giadian. Para mantener a la población a salvo se tomaron dos medidas. La primera fue resguardar a la población en 85 distritos. La segunda, desplegar un ejército propio de robots no tripulados con el que mantener a raya a los agresores. Como resultado, el número de bajas humanas sigue siendo cero. O al menos eso es lo que dice la versión pública… En realidad, existe un distrito 86 más allá de las murallas. Los que habitan en él han sido privados de sus derechos y son obligados a pilotar las máquinas que defienden la nación, siendo usados como meros sacrificios.
Las dos caras de la nación de los 86 distritos
La historia de 86 transcurre en dos lugares al mismo tiempo. En el primero seguimos a Vladilena «Lena» Mirizé, una joven oficial del ejército que dirige las tropas desde territorio seguro. Pese a formar parte de los privilegiados, Lena considera que los Eighty-Six son humanos y le desagrada profundamente la forma en la que son tratados por la sociedad en la que vive. El otro plano se encuentra en el frente de batalla y en él seguimos los pasos del grupo de élite conocido como Spearhead, que está liderado por Undertaker. Lejos de disfrutar de los lujos de sus opresores, los Eighty-Six viven con el terror de saber que pueden morir en cualquier momento. Las historias de ambos mundos se cruzan cuando Lena es designada para comandar este escuadrón.
Desde su primerísima escena, 86 deja claro su objetivo: poner en evidencia la crueldad e inmoralidad de la exclusión social, el racismo y la opresión. Y lo hace mostrándonos una situación de extremo contraste. En la República de San Magnolia coexisten una utopía y una distopía separadas solo por un muro y por una inconmensurable carencia de humanidad. En más de una ocasión, la serie enfatiza las diferencias entre ambos bandos narrando una misma escena desde dos perspectivas distintas. Un recurso que funciona especialmente bien en esta serie dadas sus características.
Las formas sutiles del menosprecio
La crítica de 86 es obvia y directa, y la violencia racial es un buen mensaje sobre el que crear una historia, aunque no es precisamente un tema novedoso. Por suerte, en su tercer episodio hemos podido comprobar que el anime tiene intención de trabajar también con una idea algo más sutil: la de la hipocresía moral.
Lena es una buena persona y está llena de buenas intenciones, pero eso no es suficiente. Su mentalidad idealista le lleva a pensar en los Eighty-Six como una especie de héroes maltratados. Por necesidad, la realidad tenía que acabar explotándole en la cara, y lo hace de una forma especialmente violenta en el tercer episodio. En ese momento queda claro que no son héroes, sino meros sacrificios, considerados apenas ganado. Luchan por su propia supervivencia y, desde luego, no sienten ningún aprecio por aquellos que les tratan como animales. Me ha gustado que la serie haya dejado claro este tema tan pronto, para así desechar la posibilidad de caer en idealismos ñoños.
Algunas carencias y posibilidades de la trama de 86
Con tanta crítica social por desarrollar, la situación de guerra contra los autómatas casi parece un aspecto secundario. De hecho, la serie despacha toda la política extranjera con una frase, y la propia política interna cuenta con agujeros bastante visibles que piden a gritos un poco más de desarrollo.
Por poner solo un ejemplo, en cierto momento mencionan que los Eighty-Six pueden recuperar su ciudadanía tras cumplir los años de servicio obligatorio. Pero sin más aclaraciones esto no tiene mucho sentido. ¿De verdad ven posible integrar en la sociedad, como si tal cosa, a personas que han sido unilateralmente privadas de sus derechos humanos durante años? En tal caso, ¿cómo pretenden mantener en secreto del distrito 86? En resumidas cuentas, el trasfondo del anime parece un poco descuidado, pero habremos de darle un voto de confianza, que todavía es pronto.
Con todo, si la guerra no es el eje principal de la trama, ¿por dónde va a tirar? La respuesta parece estar en el misterio que rodea al escuadrón. El historial del grupo incluye varios comandantes —o como los llama la serie, handlers— que han dimitido o incluso llegado al suicidio tras sufrir una fuerte presión psicológica. La única pista ofrecida al espectador es que a las víctimas «los persiguen las voces de los muertos» y la serie sugiere que esto está relacionado con el sistema Pararaid que utilizan para comunicarse.
Undertaker parece tener un papel central en todo esto. Y eso espero, porque el anime necesita una buena excusa para conseguir venderme la actitud exageradamente taciturna y aséptica del personaje. Sea como sea, este misterio debería ser la clave para desarrollar la relación de los dos protagonistas. Si lo aprovechan bien, también podría ayudar a explorar la psicología de los personajes e introducir cuestiones éticas desde otro punto de vista. Pero todo esto, lamentablemente, por ahora son solo conjeturas.
Animación y música explosiva para las escenas de acción
Pese a su énfasis sociológico y psicológico, 86 no ha descuidado en absoluto sus escenas de acción. Los robots usados en la serie no son los típicos mecha con estructura humanoide a los que estamos acostumbrados. En este caso son vehículos armados, algunos más parecidos a pequeños tanques, solo que con patas y cierta apariencia insectoide. Los autómatas enemigos tienen una estética más lustrosa y metálica, más moderna podríamos decir. Los tripulados por los Eighty-Six —los Juggernauts— son más toscos y con un aspecto más anticuado y zarrapastroso, casi como si fuesen un reflejo del desdén con el que son tratados sus pilotos. Son diseños bastante atípicos pero interesantes por eso mismo.
Pese a su apariencia, los Juggernauts tienen una gran movilidad, algo que aprovechan a la hora de animarlos. Para que os hagáis una idea, incluso se los ve usando cables para deslizarse por las paredes. La animación está hecha con un CGI muy vistoso que incluye una elevada gama de efectos para explosiones, disparos y humo. La animación por ordenador tiene muchos detractores, pero sin ella sería inviable crear escenas tan dinámicas y con tantos elementos volando por la pantalla.
Por supuesto, no puedo dejar de destacar que 86 está sabrosamente aderezada con la banda sonora de Hiroyuki Sawano y Kōta Yamamoto —dúo que ya hemos catado en Ataque a los Titanes—. El estilo potente y lleno de epicidad de Sawano se nota sobre todo en las escenas de acción, a las que acompaña de maravilla.
¿Merece la pena 86?
Por lo visto hasta ahora, diría que 86 es una apuesta razonablemente sensata para la temporada. La trama de la serie trata temas sensibles de forma directa y tiene ese toque de crueldad que tanto gusta. Además, la puesta en escena es notable como poco, y ya nos ha ofrecido algunas escenas de lujo.
Pero esto es solo la capa superficial. Para que el anime funcione va a tener que desarrollar un poco más ciertos aspectos. Quizás el más urgente, el darle un poco de vida a su reparto de personajes, que es la faceta en la que más cojea por ahora, en mi opinión. En definitiva, 86 ha empezado bien, pero tiene margen de mejora que necesita aprovechar.
- Corrección: Guillermo Ruiz
De lo mejor que pude haber visto y leído porque la novela es God.