
El manga de La reencarnación del Yakuza parece dar un paso al frente en su tomo n.º 7 y te lo contamos en nuestra reseña.
Poco a poco, La reencarnación del Yakuza se ha ido convirtiendo en una de mis licencias preferidas de Distrito Manga preferida, y en la reseña del tomo n.º 7 eso no ha cambiado. Despacio, pero con buena letra, se ha ido ganando mi cariño y mi curiosidad.
Empezó bien. Con fuerza, una trama entretenida y un protagonista con carisma. Si bien es cierto que pecaba de recurrir al ya excesivo tópico de la reencarnación en otro mundo como base, ha sabido sobreponerse a ello con una trama atractiva.
Bien encauzada por un personaje principal de lo más peculiar (un viejo yakuza que responde al ideal de caballero atrapado en el cuerpo de una caprichosa princesa), logró perseverar tras darle una vuelta de hoja a su premisa inicial.

Orquestada bajo los preceptos propios de un seinen, pronto nos mostró un mundo carcomido por la desgracia: demonios sedientos de sangre, nobles corruptos, tráfico de personas, drogadicción… Lundberg es un reino consumido por la desgracia, y buena parte de la culpa la tiene la familia real.
Por suerte, Ryûmatsu, ahora atrapado en el cuerpo de Ryu, se ha convertido —por accidente— en un ente revolucionario. Su mera presencia comienza a cambiar las cosas, y es que lejos de hacer oídos sordos a las desgracias ajenas, lo resuelve todo con la fuerza de sus puños. Vive la vida a su manera, y no es un héroe que viaje buscando la paz.
No obstante, cuando se encuentra con un problema, o con alguien que necesita ayuda, no se esconde. Responde de la mejor forma que sabe: con violencia. Por suerte o por desgracia, su vida se resume en peleas, y aquí no iba a ser distinto.
Reseña del manga La reencarnación del Yakuza n.º 7 | Portada, sinopsis y edición

Colección | La reencarnación del Yakuza vol. 7 de 17 (serie abierta) |
Autoría | Hiroki Mayashita y Takeshi Natsuhara |
Género | Seinen, aventura, comedia, drama, fantasía, isekai |
Formato | Tapa blanda con sobrecubierta |
Tamaño y páginas | 13,1 x 18,2 cm con 192 páginas en b/n |
Precio | 9,95 € |
Traducción | Patricia Ridao (Daruma) |
Fecha de lanzamiento | 3 de abril del 25 |
Reseñas | Volúmenes anteriores |
Pese a todo, es complicado crear una historia en la que un héroe actúa como tal cuando no pretende hacerlo. Es por esto mismo que Takeshi Natsuhara (guionista del manga) va buscando diferentes ganchos para cada saga.
En esta, por ejemplo, Nyui, la elfa oscura que acompaña a Ryu, está muy enferma. Distintos demonios se han colado en su árbol de habilidades y la están matando desde dentro, por lo que Ryu inicia un viaje para encontrar a un curandero a la altura.
Un mundo carcomido por el dolor

Al hacerlo llega a una ciudad muy especial: dicen obrar milagros cuando se trata de sanar árboles de habilidades, pero la realidad que se esconde tras sus puertas es bien diferente: tráfico de órganos. Más concretamente, de árboles de habilidades.
Bajo el pretexto de investigar una manera de revivir al gólem que los protegió del rey demonio años atrás, se dedican a extraerle el árbol de habilidades a la gente para luego vendérselo a los nobles. Y no solo a los adultos. Los niños también son víctimas de esta tragedia, cosa que enfurece a nuestro protagonista hasta el extremo.
Como caballero, está en su ADN ayudar a todo el mundo, especialmente a los niños. A ellos no les toca, sea cual sea la circunstancia. Sin embargo, esta vez no será tan fácil como repartir estopa a diestro y siniestro, pues su árbol de habilidades también está dañado.
En consecuencia, ha perdido la superfuerza que tanto le caracteriza. Desarmado en un mundo de magia y fantasía, no pierde su empuje, pero las cosas no tardan en complicarse mucho más de lo habitual. Es un cambio interesante, pues apuesta por el suspense en lugar de la acción más directa durante unos cuantos capítulos.
Gracias a esto, y sin perder su ritmo habitual, la trama nos ofrece una pequeña alternativa. La verdad es que le sienta muy bien, pues nos permite comprender el resto de secuencias de manera mucho más precisa y sencilla.
Nuestro yakuza da un nuevo paso al frente

Uno de los puntos flacos de La reencarnación del yakuza es que, aunque su dibujo es muy bueno, peca de caótico. Cuando hay un combate, es complicado pillarle el punto, por lo que la compresión lectora decae. A veces también le pasa en escenarios más normales, pues su aspecto ligeramente desdibujado produce que el seguimiento general de la obra sea más complicado de lo habitual.
Sobre todo cuando estás menos acostumbrado al manga. Hace falta pillarle el punto. Cuando lo consigues, es una lectura muy disfrutable, pero es muy probable que necesites darle un par de vueltas a ciertas viñetas. Al menos en general, pues en esta séptima entrega en notado una notoria mejoría.
La lectura ha sido más clara que nunca, la organización de viñetas se ha sentido mucho menos errática y la trama se entendía mucho mejor de un simple vistazo. Si es capaz de aplicar esto cuando los poderes Ryu vuelvan, el manga habrá mejorado mucho.
Sea como fuere, de por sí me parece un buen manga, así que más que arreglar un mal trabajo, estaría mejorando algo que ya es bueno desde el comienzo. De ser así, mi valoración general será incluso mejor. Va por buen camino y yo que me alegro.


- El estilo artístico.
- Aunque es un isekai, se siente más novedoso de lo habitual.
- El diseño de los personajes, tanto personalidad como arte.
- Su progresión argumental y la evolución del mundo y sus caracteres.
- El ritmo narrativo. Es divertido y agradable desde el principio.

- Como isekai reutiliza algunos tropos tópicos, aunque no demasiados.
- A veces es un poco desordenado, tanto en dibujos como en ideas.