Reseña de Dead Mount Death Play n.º 2: el advenimiento del ángel de la muerte

Hemos tenido que esperar casi medio año, pero por fin está aquí, y es por esto mismo que ya os puedo presentar mi reseña de Dead Mount Death Play n.º 2. En efecto, han tenido que transcurrir cinco largos meses entre el lanzamiento de la primera y la segunda entrega. Y eso que parece que fue ayer cuando empezó, pero no. Ha pasado mucho tiempo. Verano de por medio, la editorial se ha hecho de rogar, pero la espera ha terminado. Ahora bien, ¿ha merecido la pena? Pues lo cierto es que hoy día podría deciros que sí.

No obstante, para poder disfrutar de su lectura apropiadamente, he necesitado releerme el primer tomo de nuevo, porque ya no me acordaba de muchas cosas. Es más, de no hacerlo, hasta te acabas perdiendo un poco, porque Dead Mount Death Play acelera bastante en muy poco tiempo. En apenas dos volúmenes ya nos está presentando más organizaciones secretas, a la familia del ‘difunto’ Polka y otras tantas subtramas que van a necesitar mucho desarrollo antes de encontrar su sitio.

Es tanto que hasta abruma un poco. Y no lo digo en el mal sentido. Al menos no del todo. Por un lado, al darte tanta información, es fácil perder el hilo. El manga abre —tal vez— demasiados frentes en muy poco tiempo. Confunde, pero no pierde el foco, ya que la línea principal se sigue manteniendo de forma bastante clara. Todo ello mientras el Dios Cadáver nos demuestra una velocidad inusitada su verdadera forma de ser. Sí, es un nigromante, pero no es malvado. Bueno, no tanto. ¿Quieres saber más? Te lo cuento tras hablar de la edición.

Reseña del manga Dead Mount Death Play n.º 2 | Portada, sinopsis y edición

Un nigromante sin igual que va en busca de la paz se reencarna en un mundo completamente distinto al suyo y aparece en Shinjuku. Allí le esperan seres llamados agitadores, unos criminales que no son simples humanos… La historia avanza hacia el siguiente escenario, que resulta ser… ¡¿la casa del cuerpo al que ha poseído?!

En líneas generales, la edición mantiene el nivel. Distrito Manga, salvo en casos contados, ofrece productos casi perfectos en donde no hay mayores desperfectos. Diría que este es uno de esos casos. A no ser que se me haya pasado algún detalle, no puedo hacer más que alabar maquetación, traducción y edición a partes iguales.

Pisando el acelerador

Dicho esto, el rasgo principal de este segundo tomo es que pisa mucho el acelerador. De pronto, tras una reunión muy tensa, se empiezan a abrir muchos hilos. Lemmin, uno de los seres (o eso inferimos) más poderosos del manga hace acto de presencia de manera física. Todo se pone muy tenso y, de golpe y porrazo, se lía una muy gorda. Curiosamente, todo se acaba resolviendo, pero unas simples palabras de Misaki ¿lo arreglan todo?

Pronto descubrimos que la sicaria de sicarios esconde más de lo que parece, al igual que la familia de Polka. Solo con estos dos elementos ya se abren muchos elementos, y es que la propia contraportada lo dice: «aquí empieza el verdadero DEATH PLAY«. De no ser porque el autor es Ryohgo Narita, el creador de Durarara!!, dudaría, pero su mera presencia me tranquiliza. Si considera oportuno abrir estas dos líneas, y agregar otras subtramas más (que prefiero no mencionar para no estropearos la sorpresa), lo acepto de buen grado.

Por supuesto, lo acepto, pero eso no quita que siga pensando que ahora mismo es todo un poco confuso y que necesitamos ya ese tercer tomo para asentar todo lo que hemos visto hasta ahora. A fin de cuentas, hay cambios muy importantes, y es que el propio Dios Cadáver está relevando facetas de su ser que intuíamos, pero no conocíamos. Como se suele decir, los malos no son tan malos, y los buenos no son tan buenos, y aquí eso se ve mejor que nunca.

El ángel de la muerte

Este contraste siempre me ha gustado mucho, y opino que Dead Mount Death Play lo hace bastante bien, tanto en su primer como su segundo volumen. Aquí se enfatiza más todavía ese detalle, lo cual —eso sí— se puede sentir un poco apresurado. Por un lado, te genera la sensación de que el Dios Cadáver está cambiando demasiado rápido. Es igual de cierto que esta podría ser su verdadera forma de ser. Seguramente, se vaya resolviendo en los siguientes episodios, pero se sigue sintiendo apresurado.

Lo bueno es que al asentar tan rápido esta faceta de su personalidad, en el futuro estará mejor cimentando. Lo entiendo como un pequeño sacrificio durante las fases iniciales del manga en favor del futuro. Me encaja, la verdad, sobre todo porque (o eso parece) no abandona del todo esa faceta más cruel de la que dice ser dueño. Ahora es una buena mezcla entre humanidad, pero principalmente con los suyos, y la crueldad propia de quien ha jugado con los muertos. También se ven destellos de su bondad cuando trata con las almas de los muertos que han dejado atrás un legado de tristeza, e intenta ayudarlos.

Me gusta esta idea, pues es como el mesías de los muertos y, al mismo tiempo, un demonio, tanto para quienes abrazan la justicia como para los que la rechazan. Es un personaje repleto de matices y considero que tiene mucho potencial de cara al futuro. Creo que dará mucho de lo que hablar, así que quiero permanecer bastante atento a sus siguientes pasos. En resumen, Dead Mount Death Play es un manga que empieza bien, aunque atraviesa algún que otro bache, que construye unas bases bastante sólidas para un futuro prometedor. Solo el tiempo dirá si es así, pero de momento tiene buena pinta. Muy buena pinta.

• Engancha desde el primer momento.
• El dibujo es realmente bueno.
• La premisa es atractiva.
• Como maneja la vida y la muerte.
• El diseño y el carisma del protagonista.
• El ritmo y la narrativa.

• El fanservice.
• Ciertos gestos y diseños de personaje.