
Parece que fue ayer cuando, por primera vez, os presentamos nuestra primera reseña de Capitán Tsubasa. Mucho ha llovido desde aquel octubre de 2020, pero lo cierto es que seguimos tan o más ilusionados que cuando empezamos. El paso del tiempo nos ha querido seguir regalando chutes de nostalgia a ritmo de gol y asistencia. Recuerdos, nostalgia y morriña. Todo ello se ha entremezclado en una lectura que, si bien es cierto que no es perfecta, tiene un sabor añejo inmejorable.
Porque Capitán Tsubasa es así. Llámese Oliver y Benji, Supercampeones o Captain Tsubasa. El origen da igual, pues el sentimiento es el mismo: «Qué tiempos aquellos». Planeta Cómic, que nos sigue ofreciendo un volumen cada dos meses, lo sabe perfectamente. Y es por esto mismo que nos gusta tanto esta edición en formato kazenban. Es bonita, es entretenida y tiene todo lo que podríamos pedirle.
Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Capitán Tsubasa sigue teniendo un lugar muy especial en nuestra memoria, pero a medida que pasa el tiempo, esa problemática con las proporciones corporales va a más. Inclusive, empieza a hacerse extraño, pero lo acabamos apreciando con humor y simpatía. Es algo que era bastante normal en aquellos años y que hoy día resulta raro, pero he ahí —también— de los años ochenta.
Porque hablar de Capitán Tsubasa es hablar de un tiempo pasado en el que la hiperdefinición no estaba de moda. Tampoco había ordenadores ni grandes recursos para arreglar cualquier error. La tensión se mascaba con dibujos exagerados, líneas cinéticas para generar énfasis y grandes rivalidades. Eran los años ochenta… y siempre es bonito regresar a ellos.
Reseña de Capitán Tsubasa n.º 11 | Portada, sinopsis y edición

Empieza la esperadísima final entre el Nankatsu y el Meiwa, tras la que uno de los dos conjuntos se situará en la cima de todos los equipos juveniles de fútbol de Japón. Se suceden los aguerridos ataques en ambas áreas, ¡y el Nankatsu abre el marcador! Sin embargo, Tsubasa, Misaki y Wakabayashi se lesionan… ¡¡El Nankatsu está en un grave aprieto!!
Fecha de publicación | 23 de noviembre de 2022 |
Formato | 12,8 x 18 cm |
Tinta | Integradas en b/n. (226 páginas) |
Presentación | Rústica sin solapas con s/cub |
Frecuencia | Bimestral |
Precio | 12,95 € |
Reseñas anteriores | Reseñas volúmenes anteriores |
Lo más curioso de todo es que, en realidad, yo no viví aquella época. Todavía no había nacido, así que mi primera incursión con la obra de Yôichi Takahasi fue el anime. No recuerdo ni en que cadena era, pero los servicios de streaming no eran ni un proyecto. Y es por eso mismo que me ha gustado tanto, aunque pueda parecer extraño, la edición de Planeta.
Pulcra, de calidad y sencilla. En formato kazenban, nos presenta una historia de otro tiempo sin realizar grandes alardes. Emplea portadas sencillas y que, en realidad, son poco vistosas, pero que encajan a la perfección con ese aire de «antigüedad» que tanto buscamos en este tipo de reediciones.
Por eso mismo solo podemos alabar el trabajo realizado. Dejando a un lado algún que otro corte por los bordes exteriores, el lanzamiento de Planeta es de calidad. Es un buen producto con una traducción excelsa (Marc Bernabé y Verònica Castell) y un acabado sobresaliente en el que solo tenemos una pega: queremos más y lo queremos ahora.
No obstante, este ruego es poco más que un deseo infantil, ya que la periodicidad bimestral le sienta genial. De otra forma, siendo un formato kazenban, podría resultar especialmente complicado continuar con la serie de manera activa. Así pues, cerramos contentos este apartado antes de pasar al siguiente.
Un manga en progreso con mucha nostalgia

Vale, ¿y qué es lo siguiente? En primer lugar, el partido entre el Nankatsu y el Hirado. Tras una primera parte muy dura, los de Tsubasa se encuentran contra las cuerdas con un marcador desfavorable de 3-0. El Hirado, lejos de ser un equipo defensivo, demuestra que todo era un ardid y que durante los partidos anteriores se habían estado conteniendo.
Sin duda, esta es una práctica muy poco recomendable en la vida real, pero que siempre funciona en el manga. ¿Forzar una victoria por la mínima en un torneo eliminatorio para sorprender a un favorito? No parece muy encomiable, pero funciona. Es por esto mismo que el Hirado logra pillar desprevenido al Nankatsu.
Además, Tsubasa está lesionado, pero eso no le impide sacar fuerzas de donde no las hay para perfeccionar su nuevo disparo: el tiro con efecto. Por desgracia, este le genera un gran cansancio, lo que sumado a su estado y la condición física de los rivales, le provoca un cansancio extremo. Aun con esas, vemos como el jugador tira de ego y suma disparo tras disparo, llegando incluso a desplazar con la fuerza de sus chutes a los jugadores rivales.
Aquí empezamos a ver nuevamente el gusto por la hiperexageración de Yôichi, quien le regala un cañón por pierna a nuestro protagonista. Además, en jugadas muy concretas vemos torsos más propios de un culturista que de un niño, piernas kilométricas y físicos bastante irreales. ¿Y sabéis qué? Pese a todo, nos sigue gustando Capitán Tsubasa.
El compañerismo gana protagonismo

Aquí, al final, no venimos buscando un gran dibujo, sino nostalgia y partidos de fútbol. En ambos aspectos el manga cumple a la perfección, ya sea a través del renovado juego en equipo del Nankatsu (Tsubasa, al límite, entiende que también debe delegar en sus compañeros) o la intensidad del Toho. Estos últimos, sin su capitán, las pasan canutas en sus respectivos partidos, pero aprenden a no depender de su jugador estrella: Kojiro Hyuga.
Con todo esto el mangaka logra desarrollar un poquito mejor el trasfondo general de la serie mientras les da momentos de protagonismo a jugadores menos relevantes. Sin duda, algo necesario, ya que aunque nos encanta Tsubasa, también nos gustan los demás. Véase, por ejemplo, el caso de Matsuyama.
Matsuyama es un jugador menos dotado técnicamente que Tsubasa y con menos potencia de disparo que Kojiro. Es perfectamente consciente de cuáles son sus limitaciones y es por eso mismo que se enfoca en un estilo de juego menos vistoso. Es tremendamente trabajador, lo que le ha valido siempre el cariño de la gente.
Su duelo con Tsubasa, pese a la evidente diferencia de talento, se convierte en uno de los grandes momentos de la serie, pues evidencia la lucha entre el esfuerzo y el talento. Y no es que Tsubasa no se esfuerce, pero no es —ni mucho menos— lo mismo. Con estos detalles, por lo tanto, vamos profundizando un poquito más en la intrahistoria de la serie.
Reseña de Capitán Tsubasa n.º 11 | Conclusiones

Gracias a todo esto obtenemos un manga más entero y con más sentido que sigue fallando en lo mismo de siempre, pero que continúa progresando también en sus virtudes. O lo que es lo mismo, el ritmo de los partidos es cada vez mejor. Son más divertidos y, aunque nunca terminan de romperte los esquemas —es lo que tiene saber qué va a pasar—, te terminan enganchando.
Y sus defectos, pues los que ya hemos mencionado: las proporciones corporales y la potencia irreal de los jugadores. Si un niño puede hacer eso, ¿qué sería capaz de hacer un adulto con un balón de fútbol? Dejando esto a un lado, abandonando la lógica y dejándonos llevar por la magia del manga, pues sigue siendo esa obra que nos hizo soñar con estadios llenos y goles de ensueño cuando éramos poco más que unos renacuajos.
Sigue siendo una obra muy interesante tanto para los coleccionistas como para los nostálgicos e, inclusive, para los más peques de la casa. El formato kazenban le sienta simplemente genial, por lo que si no la tienes y siempre has querido sumarla a tu estantería, es buen momento.


- Es pura nostalgia.
- El dibujo progresa adecuadamente, aunque solo en algunos sentidos.
- Sigue siendo un buen spokon.
- Tiene un gran valor coleccionista.
- Algunos secundarios comienzan a tener más valor.

- Ha envejecido algo peor de lo que nos gustaría reconocer.
- La morfología humana no es el fuerte del autor; las proporciones empiezan a fallar.