
Regresamos a una de las sagas ARPG y simulación de granjas más queridas del mundo con nuestro análisis de Rune Factory: Guardians of Azuma.
La franquicia Rune Factory lleva mucho tiempo entre nosotros. Desde hace años, Marvelous nos ha estado ofreciendo algunos de los simuladores de vida más famosos del mundo. El próximo 5 de junio, Rune Factory: Guardians of Azuma —el protagonista de nuestro análisis de hoy— hará lo propio, pero con un enfoque diferente.
¿Cómo? Mediante un sistema que invierte los papeles, dándole más peso al combate en tiempo real (ARPG) y menos a la gestión de granjas, pero sin olvidarse en ningún momento de esta. Forma parte del juego y es un elemento muy importante, pero no está tan desarrollado como en Rune Factory 5, por ejemplo.
Además, se ha alejado de su habitual estética chibi para ofrecernos un diseño más definido, con un 3D de carácter anime con personajes muy definidos dentro de algunos tópicos a los que ya estamos acostumbrados. Por suerte, no debes tener miedo, pues no pierde la esencia.
En consecuencia, los amantes de la franquicia van a poder disfrutar de un título que mantiene la dinámica simulador + rol, pero dándole una vuelta a la importancia de cada componente para traernos un nuevo videojuego con aroma de spin-off.
Análisis de Rune Factory: Guardians of Azuma




La historia empieza siguiendo un poco la dinámica habitual de la serie: nuestro personaje se une a una pequeña aldea después de perder la memoria por culpa de un incidente desconocido. Es un recurso que, aunque manido, tiene su sentido: construir un tutorial y un primer capítulo con el que podamos empatizar.
Es una manera de hacer que el jugador se sienta parte de la historia desde el primer minuto. Lo bueno es que en Rune Factory: Guardians of Azuma va más allá, siendo una parte fundamental de la trama. Igualmente, no entraré en detalles, pues no quiero estropearos la trama.
Lo que sí os puedo decir es que Guardians of Azuma, al igual que sus antecesores, presenta un argumento más bien ligero. No realiza grandes alardes y apuesta por un desarrollo ligero en el sentido de que no es complicado de seguir.
Eso sí, se le da algo más de peso a la narrativa cuando lo comparamos con otros Rune Factory. En Guardians of Azuma somos el Danzaterra, un elegido que debe luchar por el bienestar de la tierra y luchar contra la corrupción que asola el mundo.
Como tal, nos convertiremos en el heraldo de los dioses al tiempo que gestionamos el día a día de varias aldeas. En lugar de llevar una granja, dirigiremos emplazamientos completos. Sin embargo, de esto os hablaré más adelante, pues me gustaría contaros un par de cositas más sobre la historia. Véase, por ejemplo, la narrativa. Al igual que otros muchos JRPG de estética anime, Rune Factory: Guardians of Azuma ofrece un ritmo más bien rápido.
La historia de Guardians of Azuma cumple, pero a veces se queda corta
La acción avanza con velocidad si vas directo al quid de la cuestión, por lo que no se entretiene demasiado en los detalles. Tampoco profundiza en exceso en nuestros vecinos, puesto que sus historias (en muchos casos) se sienten demasiado superfluas.
Tanto es así que algunas de ellas no alcanzan su término si no establecemos una relación romántica o nos casamos con ellos. Cuando lo comparamos con otros Rune Factory u otros títulos como Stardew Valley, se siente que se ha perdido una oportunidad.
Aunque el elenco es bueno, y algunos personajes logran escapar del tópico, carecen del desarrollo personal suficiente como para que consideremos que forman parte activa de la trama. Intervienen en gran medida, especialmente los dioses, pero no terminan de extraer todo su potencial.




Análogamente, la trama —más allá de ciertos puntos— tampoco sorprende del todo y peca de buenismo en diferentes fases; de una manera u otra, todo se arregla siempre de manera que nadie sale herido. Y cuando no es así, no se le da tanta importancia.
Esto provoca que el guion palidezca, no ofreciendo la entereza que podría esperarse de un juego de rol japonés. A cambio, sí que os puedo decir que la ambientación y el mundo son muy llamativos. Azuma es una tierra preciosa que destaca desde el primer minuto.
El mundo de Azuma es simplemente precioso
Sin más, todas y cada una de las regiones son muy bonitas. Ciertas secciones (tal vez porque no he desbloqueado la misión, tal vez porque será con un DLC, tal vez porque no había nada) no ofrecen nada, pero es algo bastante raro. La mayoría de zonas siempre tienen algo que aportar.
Para que os hagáis una idea general, Rune Factory: Guardians of Azuma presenta varios biomas muy bien diferenciados los unos de los otros a través de un apartado gráfico que recuerda a un anime, pero en 3D y con muy buena definición.




Cada una de estas zonas resalta a simple vista gracias a dos puntos: la dirección artística y la calidad de las texturas. La primera explora distintas posibilidades, ofreciendo todo un viaje estacional repleto de colores. La segunda es simple: los gráficos, dentro del ámbito «videojuego-anime», son buenos.
Análogamente, cuenta con un trabajo de doblaje —lo he jugado en japonés— bastante bueno; la banda sonora cumple y la localización al español (más allá de alguna errata menor) es de calidad. En general, la carta de presentación de Rune Factory: Guardians of Azuma como producto audiovisual es buena.
Al menos si, al igual que a mí, te gustan esta clase de juegos. Dragon Quest, Tales of, Genshin Impact… son juegos que siempre me han llamado mucho la atención —por no entrar en detalles— desde una perspectiva meramente visual. Con Rune Factory: Guardians of Azuma me pasa lo mismo.
Una aventura más ARPG que nunca
La jugabilidad es otro tema particular. Se divide en dos partes: ARPG y simulador de granjas. El primero se define como un juego de rol y acción con combates en tiempo real. En Rune Factory: Guardians of Azuma nos tendremos que enfrentar a todo tipo de criaturas y podremos hacerlo con diferentes armas.
Espadas, mandobles, arcos, espadas dobles… Hay varias opciones y podemos combinarlas como queramos (podemos equipar dos a la vez) junto a un sistema de habilidades especiales que iremos desbloqueando y potenciando poco a poco.
Al hacerlo, a estas armas sumaremos ataques de carácter elemental, tanto mediante combos cortos como ataques especiales que requieren una serie de barras. Es sencillo y no innova demasiado, siendo un sistema similar al de Genshin Impact, pero sin cambiar de personaje y con menos opciones.




Eso sí, podremos llevar un equipo de hasta seis compañeros con diferentes funciones que podremos cambiar poco a poco en combate, dándole algo más de variedad. Sea como fuere, tampoco es que se note tanto. Yo he jugado en la dificultad máxima y tampoco lo he notado tanto.
Personalmente, me ha faltado algo más de profundidad y variedad a través de los combos, puesto que al final todo se resume en un ataque rápido que combinamos con nuestros poderes para maximizar el daño elemental.
Por su parte, el sistema de granjeo es más sencillo respecto a otros Rune Factory. Podemos cultivar distintas frutas y verduras para obtener dinero al venderlas. También podremos obtener recursos, como piedra y madera, para ir construyendo edificios.
Rune Factory: Guardians of Azuma, menos que un gestor, más que un simulador de granjas




Sin entrar mucho en detalles para evitar spoilers, el juego se resume en ir consiguiendo cada vez más recursos para que nuestra aventura ARPG sea más sencilla. Por desgracia, al final casi que da igual. Es más, no te insta a llegar al máximo como en otros Rune Factory.
Cuando yo terminé la aventura principal, no me sentí especialmente motivado a subir al nivel máximo todas mis aldeas, pues el salto del nivel 9 al 10 es un poco más pesado de lo que me gustaría reconocer. Espera, ¿cómo? En Rune Factory: Guardians of Azuma gestionarás aldeas completas, que no granjas.
Esto implica que tengas que construir casas para aumentar tu población, que fabriques los negocios que te irán generando dinero poco a poco, que gestiones si quieres que tus aldeanos se dediquen a cultivar tus tierras, pescar, cuidar de los animales, talar o minar…
Es más un gestor de mini ciudades que un simulador de vida y granjas, pero sin llegar a ser demasiado complejo. Acompañado del también sistema habitual de relaciones en el que puedes desarrollar amistades y romances, Rune Factory: Guardians of Azuma no termina de explotar del todo la gestión de la ciudad.




Me gusta que cultivar es más rápido, pudiendo hacerlo todo desde una cámara lejana, pero no me gusta que solo pueda gestionar zonas concretas, pues siento que mi espacio está demasiado limitado y que la funcionalidad y la estética no combinan demasiado bien.
Además, el sistema para subir la aldea de nivel es cumpliendo tareas, lo que provoca que a veces el juego sea más un «coloca todas las decoraciones y accesorios que puedas para forzar la obtención de puntos» que un «cuida tu pueblo».
Análisis de Rune Factory: Guardians of Azuma: conclusiones
Sobre todo porque la gestión de la felicidad se resume en el nivel de decoración y la existencia de casas, así como en la gestión del dinero (produces más de lo que gastas de manera natural). Esto hace que no sea complejo y que no aporte tanto como nos gustaría.
Eso sí, las primeras fases son verdaderamente interactivas y ofrecen un soplo de aire fresco dentro de la saga. De cara al futuro, presenta un gran potencial y estoy deseando ver hasta dónde puede llegar la franquicia tras presentar esta mecánica.




Además, me gusta poder ir mejorando las cosas obteniendo cada vez mejores recetas para edificios, pasando de casas muy normalitas a grandes zonas urbanas, templos y otro tipo de edificios que tienes que obtener currando como nadie.
Sin ser la experiencia más satisfactoria del mundo, debido a que presenta ciertas carencias, deja un sabor de boca más bien positivo. En las más de 40 horas que le he dedicado a Rune Factory: Guardians of Azuma, me lo he pasado muy bien.
No me arrepiento de haber viciado como un loco durante las últimas semanas y solo he sentido algo más de todo esto al terminar mi aventura. Es por esto que os recomiendo que no hagáis rush de la historia. Id con toda la calma del mundo, pues la sensación de progreso y las ganas de mejorar todas tus cosas se mantiene mejor cuando tienes la historia de fondo.


- El juego se ve muy bien. Es bonito y práctico. La estética llama la atención.
- El combo de ARPG y granjas siempre funciona, y la saga tiene experiencia haciéndolo bien.
- La narrativa es ligera, por lo que se disfruta sin necesidad de calentarse la cabeza.
- Presenta ideas muy llamativas y la gestión de aldeas es realmente divertida.
- El giro que da respecto a la saga es atractivo. Es un RPG divertido.

- El sistema de mejora de aldeas es algo tedioso en los niveles finales.
- La historia no profundiza demasiado.
- Ciertas historias solo se completan mediante el romance, restándole valor a los NPC de manera individual.