El pasado 17 de noviembre llegaba el nuevo lanzamiento de la compañía Games Workshop y Relic: Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin y hoy os queremos hablar de él en nuestro análisis. Un juego que está dando de que hablar y que, personalmente, me ha dejado un sabor agridulce. Os cuento el porqué a continuación.
¡Hola gente! Hoy volvemos a las andadas con los análisis, trayendo en esta ocasión el nuevo Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin. De los últimos juegos de Games Workshop y de Relic, que teniendo en cuenta esto, podréis asumir que estamos ante el último RTS de la franquicia. Para quienes estén interesados, podéis conseguirlo en Steam por 59,99 €.
En esta ocasión, abandonamos los universos tradicionales que suele copar el mercado de los videojuegos de Games Workshop para ofrecernos la Age of Sigmar. Un universo que no se suele prodigar en estos lares y que supone un aire fresco temáticamente hablando. Además de suponer, por la campaña que propone, de ampliar y enriquecer un poco el joven trasfondo de sus historias. Siendo una buena oportunidad hacerse con él para los amantes del hobby en general.
Análisis de Warhammer Age of Sigmar Realms of Ruin | La campaña es un claroscuro
La campaña es sin lugar a dudas uno de los puntos más fuertes que tiene esta entrega. Se nota muchísimo la mano de Gavin Thorpe (autor de la Black Library), la trama atrapa desde el primer momento. Sobre todo porque no estamos muy acostumbrados a ver Age of Sigmar en los videojuegos y es una buena ocasión para conocer sus historias y personajes. En la campaña que nos proponen, seguiremos las aventuras de Sigrun, Demetrios e Iden durante unas 6-8 horas.
No obstante, hay cuestiones que creo que podrían haber dejado la campaña mucho más completa. Por ejemplo, aprovechando para haber visto la historia más desarrollada desde todas las facciones, no solo desde los sigmaritas. También cuestiones graves por la jugabilidad (que trataré a continuación) te condiciona la experiencia, especialmente a partir del cuarto capítulo donde, a mi juicio, no se sabe aprovechar bien los escenarios que plantean.
Pese a ello, es una de las partes más cuidada de todo el juego. Tiene cinemáticas cuidadas y bien ejecutadas que narran una historia muy bien estructurada. Sientes en todo momento el drama y al final eso pesa más que la jugabilidad, salvando así el intereses por cada capítulo que pasa.
Una jugabilidad en entredicho
La jugabilidad ha sido un punto que me ha dejado más frío de lo que esperaba, especialmente después de haber seguido su desarrollo estos últimos meses. Confiaba que la estructura de puntos (tan tradicional con Relic) iba a conseguir casar bien, pero el ritmo mata en ocasiones la diversión. La jugabilidad de Relic siempre se ha caracterizado por lo épico que suele ser jugar una simple escaramuza. Ejércitos enormes, velocidad para controlar las zonas claves y tropas espectaculares con las que destruir a tu oponente. Eso aquí no está.
Las pocas tropas que podemos controlar (nunca más de cuatro soldados por unidad) se mueven muy despacio por el mapa, llegando a desesperar en muchas ocasiones. Unido a esto, la IA es ridícula. No os hacéis a la idea lo desesperante que es estar pendiente de un frente y que en el otro todas tus tropas sean derrotadas porque no son capaces de defenderse si no ordenas atacar. Literalmente tienen una unidad a distancia disparando a su lado y no reaccionan. Esto condiciona muchísimo la experiencia y mosquea mucho sabiendo la importancia que le han dado a los puntos de control.
Pese a todo, cumple con lo básico, ya que cuando consigues mínimamente tener todo bajo control, las partidas son divertidas. No creo que esté ni muchísimo menos cerca de las experiencias de los Dawn of War (se los ha comparado mucho), más divertidos y pulidos que este.
Un modo conquista interesante
Seguro que alguno de lo que está leyendo este análisis ha jugado alguna vez al Batalla por la Tierra Media (especialmente el segundo) o al Star Wars Battlefront 2 de 2005 y su modo conquista. Bueno, esto es algo similar. Aquí tendremos el mapa del mundo donde, tras elegir con quién queremos jugar, trataremos de avanzar hasta derrotar a la facción enemiga. No es un modo libre de conquista como ocurría en los títulos mencionados, pero es un esbozo similar mucho más lineal en esta ocasión.
De hecho, esto hace que las partidas no se demoren tanto como ocurría en esos títulos (ponedle de 2 a 3 horas). Es divertido y es buen complemento a la campaña; sin embargo, al ser solo cuatro facciones, se queda muy corto. A poco que le dediquemos un par de días de juego, notaremos que el modo se queda pobre y acaba aburriendo si repetimos facciones. Imagino que con futuros DLC esto se irá mejorando al incluir nuevos ejércitos.
Análisis de Warhammer Age of Sigmar Realms of Ruin | El multijugador es su punto fuerte
Aquí cambia todo (o casi) todo. Abandonamos los mapas que simulan grandes escenarios para adentrarnos en mapas cuadrados preparados para el multijugador. Lo he visto muy similar al Dawn of War 3, siendo esto no un halago especialmente. Los combates son 2 vs 2 donde podremos elegir una de las cuatro facciones (cada una con sus puntos fuertes y débiles). Bien, el objetivo es el más primitivo de los RTS: conquistar la base enemiga.
Al ser mapas más pequeños, las unidades tardan menos en llegar a los puntos de control a conquistar (no porque sean más rápidas), asegurando el combate directo desde el primer momento. Aunque es divertido y te acabas jugando varias partidas, más allá de controlar el equilibrio de recursos/tropas no tiene mucha más profundidad. Estaría bien que incluyeran algún modo más de juego que añada profundidad.
Apartado técnico y creativo
Por último, tenemos los creadores de mapas y pinta-ejércitos que suelen incluir los juegos de Warhammer. Una oportunidad única para dar rienda suelta a la creatividad de los jugadores. El pinta-ejércitos, dentro de sus limitaciones, nos permite personalizar lo suficiente las tropas para que vayan a nuestro gusto (y poder emplear los esquemas en las partidas de escaramuza y multijugador).
El editor de mapas por su parte sí da muchísimo más juego. Podemos jugar mucho con la orografía de los terrenos, poner ruinas, hacer auténticas virguerías (dentro de un orden) y compartirlas con toda la comunidad. Muy buena opción para los más creativos.
Por lo demás, el juego gráficamente luce muy bien y donde más se nota es en las cinemáticas de campaña que ya he comentado. Pese a que a mí no me dio problemas y la optimización me ha parecido muy buena, hay gente que ha tenido serios problemas con ella. Incluso hasta el punto de «crushear» y no poder avanzar. Aunque, insisto, no he tenido esos problemas tan graves.
Análisis de Warhammer Age of Sigmar Realms of Ruin | Conclusiones
Este Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin me ha decepcionado un poco porque confié en que iba a ser más ambicioso. Cumple con los básicos presupuestos de un RTS, lo mejor es que los errores señalados son mejorables y tiene el potencial para ser un juego más que decente. No obstante, recomiendo seguirle de cerca y darle una oportunidad a los más cercanos al hobby.
- La historia de la campaña es de las mejores de Warhammer.
- Un apartado gráfico muy bien optimizado.
- Multijugador sólido y con potencial.
- Fallos muy graves en la IA.
- Ritmo de combate excesivamente lento en los modos solitarios.
- Excesiva cantidad de enemigos que dificultan mucho la jugabilidad.
