
Os traemos nuestro análisis de The Siege and the Sandfox, un metroidvania que deja a un lado el combate para centrarse en el sigilo.
Siempre resulta curioso traer análisis de metroidvania como The Siege and the Sandfox, pues es uno de los géneros que más ha dado de sí en los últimos años a través de toda clase de experiencias, desde el mítico Hollow Knight hasta el a veces infravalorado The Prince of Persia: The Lost Crown.
Poco a poco, ese concepto de nicho se ha ido alejando hasta convertirse en algo más. Cada vez hay más gente deseando que aparezca una nueva e interesante opción para expandir todavía más sus horizontes. En ese sentido, The Siege and the Sandfox había generado expectativas relativamente altas entre no pocos jugadores.
Desarrollado por Cardboard Sword, ha contado con PLAION en el papel de editor y distribuidor, por lo que cierto sector de la comunidad tenía ganas de ver de qué era capaz. Muy enfocado al sigilo, y con un estilo muy similar al parkour, se presentaba como un metroidvania en 2D con una idea parcialmente diferente.
Y con razón, pues en realidad ya nos ha demostrado que es un gran juego. No obstante, ha llegado con un gran «pero»: los bugs. Tanto es así que, si uno chequea Steam, se percatará de que la mayoría de reseñas negativas (tiene un 68 % de valoraciones positivas) tienen un punto en común: los errores.
Análisis de The Siege and the Sandfox
De buenas a primeras, The Siege and the Sandfox se presenta como un bonito metroidvania con estética pixel art en el que controlamos a un asesino traicionado que se mueve entre sombras y ruinas para desentrañar una conspiración.
La historia empieza cuando nos acusan de asesinar al rey. Tras esto, acabamos presos, por lo que nuestro objetivo es escapar al tiempo que desentrañamos la verdad. Debemos limpiar nuestro nombre a sabiendas de que la conspiración que acabó con la vida del rey es mucho más compleja de lo que parece.

Bien acompañado de una voz en off femenina que hace las veces de narradora, The Siege and the Sandfox pronto te atrae gracias a su acertado ritmo narrativo y su cálida presentación. Como un cuento, te atrapa a través de pequeños relatos, tanto propios como de otros personajes, mientras vas ganando contexto de la situación general.
La trama, algo predecible, no termina de sorprender, pues la mayoría de eventos que tienen lugar —así como los giros de guion— rara vez te pillan con la guardia baja. Inferir qué es lo que va a ocurrir no es difícil, pero tampoco es que sea tan llamativo. A fin de cuentas, lo más importante en este tipo de juegos suele ser la jugabilidad.
Si buscas una trama más compleja o un desarrollo argumental más potente, quizá The Siege and the Sandfox no sea para ti, pero te recomiendo que —como mínimo— le eches un ojo. Especialmente porque, aunque la historia no sorprende, la ambientación es bastante buena.
El mundo está muy bien construido dentro de sus límites, ofreciendo una buena amalgama de escenarios que da mucho gusto explorar. Con un arte simplemente precioso, una iluminación bastante lograda y una dirección artística de calidad, es uno de esos juegos que entran por los ojos… si te gusta el pixel art, claro está.
Un metroidvania construido sobre el sigilo

Todo sea dicho, el diseño de los personajes no es especialmente memorable, lo que provoca que a veces se confundan con el propio entorno. Esto sucede especialmente con el protagonista, el Sandfox, aunque tiene sentido si tenemos en cuenta que su objetivo es pasar siempre lo más desapercibido posible.
Tanto es así que, como metroidvania, hace lo contrario a lo que estamos acostumbrados: rehúye el combate. En lugar de ejecutar grandes combos y librar batallas en donde la tensión por evitar todos los ataques es constante, en The Siege and the Sandfox no quieres llamar la atención.
La idea es utilizar tu daga para asesinar solo a los enemigos justos y necesarios sin que nadie se entere. Y no es fácil, pues los guardias (aunque la IA está bastante limitada) suelen estar atentos a los ruidos que puedas hacer mientras te mueves.
En cierto modo, sacrificas la adrenalina propia de un gran combate en Hollow Knight por la tensión que genera evadir a toda una guardia mientras te llamas a ti mismo la reencarnación de Hattori Hanzo. Mi primer intento de infiltrarme en una prisión fue tenso. Me colé por un conducto, pero un paso en falso alertó a un centinela. La adrenalina de escapar fue inolvidable.
Sin embargo, el sigilo no siempre es perfecto. Los patrones de los enemigos son rígidos, y los errores, como dejar una puerta abierta, castigan demasiado. Comparado con Mark of the Ninja, que ofrece más opciones tácticas, este sistema prioriza el ritmo sobre la estrategia.

Dicho esto, no puedo olvidarme de otra de sus mecánicas principales: el parkour. Es uno de los elementos más importantes de The Siege and the Sandfox. Gracias a él puedes correr, escalar, trepar muros, columpiarte por postes… Los controles a este respecto son bastante fluidos y la sensación de progreso al subir de nivel es consecuente con la jugabilidad.
Desbloquear habilidades, como correr por paredes o un gancho, transforma la exploración. Volver a áreas antiguas con nuevas herramientas es gratificante. Pero el backtracking, un pilar del género, se siente agotador. El mapa, sin marcadores claros, complica la navegación. Me perdí varias veces, lo que me rompió algo el ritmo en las no mucho más de 9 horas que me duró la campaña.
Conclusiones
En general, The Siege and the Sandfox es un juego interesante. Los distintos personajes aparecen para darle contexto a la trama, pero son breves y, al final, te quedas con ganas de más. Los puzles que vamos resolviendo son ingeniosos, pero se acaban sintiendo algo repetitivos. El combate no brilla y los errores en PC (plataforma en la que he jugado) son bastante molestos.
The Siege and the Sandfox tiene errores evidentes, pero el resultado final sería relativamente bueno de no ser por los bugs. Sí, el combate es más bien errático, pero no me importa, puesto que el juego no quiere que libres demasiadas batallas. Le da otro enfoque al género, siendo esto lo que más valoro.

Por el momento, Cardboard Sword necesita resolver esos errores que provocan que la experiencia no sea tan fluida como debiera. Y hablo de errores técnicos, no de cualquier otra cosa. En lo demás, The Siege and the Sandfox tiene sus más y sus menos, pero la experiencia es bastante satisfactoria.
Cuando pasen una o dos semanas más (infiero) y todo esté resuelto, estaremos ante una experiencia mucho más llamativa que la presente. Por el momento, pues, recomiendo precaución, pero con interés. Me ha gustado lo que me he encontrado y creo que lo que nos ofrece está bien.
Con algo más de mimo, The Siege and the Sandfox tiene hueco en la biblioteca de casi cualquier amante de los metroidvania que esté buscando algo diferente, sustituyendo el combate como eje principal por el sigilo y el asesinato.

Sobre todo cuando resuelvan los bugs.

- El sigilo. Esconderse y apagar antorchas crea momentos de pura tensión.
- Saltar, trepar y columpiarse es fluido y divertido.
- La narración es potente. La voz en ofxx aporta un encanto de cuento.
- Biomas únicos: Cada área tiene enemigos y atmósferas distintas.

- El backtracking es un tanto frustrante. El mapa confuso entorpece la exploración.
- Los bugs y errores técnicos entorpecen la experiencia.