Os traemos nuestro análisis de Discounty, un divertido simulador de supermercados ubicado en un pequeño pueblo... repleto de secretos.
Si siempre has soñado con gestionar tu propio supermercado y te encantan los simuladores tipo Stardew Valley, es muy probable que te interese echarle un vistazo a lo nuevo de Crinkle Cut Games y PQube. Su nombre es Discounty y hoy, en nuestro análisis, os quiero contar qué nos ha parecido este particular videojuego.
De buenas a primeras, Discounty se presenta como un simulador de estética pixel-art en el que tendremos que gestionar nuestro comercio. Un día cualquiera, decidimos trasladarnos al pueblo de nuestra tía para echarle una mano con su nuevo negocio.
Rápidamente, descubrimos que el pueblo no está viviendo sus mejores momentos: hay un par de negocios abandonados, la administración local es —como poco— muy deficiente, el monopolio comercial impide que propuestas como la nuestra proliferen…




En resumen, el lugar no nos recibe de la mejor manera posible. No obstante, poco a poco es fácil abrirse un hueco, logrando cerrar varios tratos e iniciando nuestro particular negocio mientras algo se cuece entre las sombras.
Desde el primer minuto, Discounty plantea algunos misterios: en el bosque hay una extraña niebla de procedencia sospechosa, nuestra tía tiene un plan secreto del que no nos dice nada, la costa se contamina de un día para otro…
Todo ello mientras los rumores y los cuchicheos vuelan por doquier. Siendo un lugar tan pequeño, todo el mundo se entera de todo, y he aquí una de sus virtudes y sus defectos. Como nuevos vecinos, nos tocará interactuar con sus distintos habitantes. Aquí el juego nos da una de cal y otra de arena.
Análisis de Discounty: simpático gestor de supermercados

Al igual que en otros simuladores, como Stardew Valley, podremos profundizar en la relación con nuestros vecinos, pero se siente como una tarea a medias. Nada nos indica cuál es nuestra relación con ellos y la recompensa que normalmente nos ofrecen es ver una cinemática a medida que progresa nuestra amistad.
El problema es que esta es muy errática. Tras varias horas jugando, sigo sin saber bien cómo se aumenta. Además, no sabes si te quieren o te odian. Tu llegada al pueblo se recibe con cierta bondad, pero en cuanto te expandes por primera vez, te conviertes en casi persona non grata.
Pese a ello, aun con el rechazo masivo que te dedican, luego, cuando hablas con ellos, no se nota. Y en otras ocasiones son superdistantes. Y luego te dan las gracias y te tratan con una gran amabilidad. Personalmente, esta dinámica me resulta bastante confusa.

La narrativa vecinal no está del todo conseguida en sus primeros compases, pues va de un lado a otro con demasiada frecuencia y sin que lleguemos a entenderlo. Por suerte, al final esto no es más que un agregado, pues el verdadero eje del argumento está en sus capítulos.
Además de gestionar nuestro propio supermercado, Discounty nos propone una historia dividida en capítulos (no ocurre nada significativo entre ellos, y el escenario no cambia tanto, así que no te preocupes) mejor planteada.
Esta tiene su aquel, y aunque no te vuela la cabeza, tiene su aquel. Además, es interesante disfrutar del contraste entre las tradiciones y los deseos de un pequeño pueblo frente a la expansión comercial de un negocio que se inspira más en la gran ciudad.
Hay un nuevo comerciante en la ciudad

El choque de tradiciones le da su aquel a un simulador que, ante todo, es muy adictivo. Porque, en efecto, Discounty engancha muchísimo. Divide su jornada en días, tal y como sucede con cualquier simulador, y la idea es dirigir la tienda de lunes a sábado.
Nos despertamos a las 06:00, abrimos a las 09:00, cerramos a las 17:00 y tenemos hasta las 00:00 para gestionar nuestro negocio más allá de las ventas. En esas horas libres podremos ir a comprarles a los vendedores locales (reponen un día a la semana, podemos mejorar el nivel de nuestra relación comercial y se desbloquean poco a poco) o comprar muebles.
También podemos resolver problemas de los locales para ir desbloqueando mejoras, imprimir carteles para atraer nuevos clientes, etc. En general, está bastante bien diseñado. Además, como las horas pasan relativamente rápido, nunca se llega a hacer del todo pesado.

El caso es que podemos ir un poquito más allá de comprar y vender mercancía. Es más, si no cumplimos algunas de las tareas y misiones que nos asignan, no podremos conseguir más y mejores productos externos.
Por supuesto, también podemos hablar con nuestros distribuidores para obtener productos que no son locales, creando así un peculiar equilibrio entre economía local y economía externa. El objetivo, en cualquier caso, es disponer de los mejores precios y la mayor variedad de productos posibles.
Entretanto, podremos expandir la superficie de nuestro supermercado, ir comprando muebles cada vez mejores, adquirir elementos que potencien el atractivo de ciertas estanterías para que los clientes se dejen llevar por el consumismo, etc.
Conclusiones


A grandes rasgos, está bien diseñado. Es muy divertido y de verdad que engancha si te gustan este tipo de juegos. Me falla que no podamos guardar cuando queramos, siendo una mecánica que ya me sobra en todo este tipo de juegos, pero tampoco es que sea el fin del mundo.
Especialmente porque ver crecer tu negocio poco a poco es muy satisfactorio. Ir desbloqueando nuevos productos y muebles, conseguir dinero reciclando, obtener una caja registradora y un escáner para hacerte la vida más fácil…
Discounty mide bastante bien los tiempos para que sientas que la curva de progreso y esfuerzo están bien integradas la una respecto a la otra. Te deja disfrutar de una sensación de crecimiento real, pero sin que te descontroles.

La relación entre el dinero y el coste de los productos, la dificultad de alcanzar mejoras superiores, etc. te exige bastante, pero no te deja con la sensación de estar atascado. Es por esto que logra ser tan adictivo. Al ver cómo poco a poco alcanzas tus objetivos, te deja siempre con ganas de un poquito más.
Lo curioso es que, a diferencia de otros muchos simuladores, este no busca que amplíes tu lugar de trabajo sin fin. El tamaño máximo del super es relativamente pequeño, «solo» hay 32 productos diferentes y la historia en realidad tiene final. Luego puedes seguir, pero en realidad no toma mucho tiempo tenerlo todo al máximo.
Aparte, el acabado gráfico es muy simpático. Si bien es cierto que el diseño de los personajes no me apasiona, el pueblo es bastante bonito. La banda sonora, eso sí, pasa sin pena ni gloria; yo acabé con mi propia lista de reproducción.
Dicho esto, debo decir que Discounty es un buen juego. Para quienes gusten de los simuladores y los títulos de gestión, es una opción bastante interesante. Divertido y adictivo, las sensaciones que me ha dejado son mayormente positivas. Si os llaman la atención este tipo de experiencias, os recomiendo que —como mínimo— le echéis un ojo. Merece la pena.


- El ritmo de juego. Engancha, es divertido y la sensación de progreso es buena.
- Te da suficientes opciones como para sentir que tu super tiene opciones de todo, pero sin abrumar.
- Las curvas de aprendizaje, progreso y esfuerzo están bien medidas.
- La metodología de progresión comercial.
- Los secretitos que esconde el pueblo y ese aire de «chismorreo» constante.
- Nunca se hace pesado. Los días pasan lo suficientemente rápido como para querer siempre más.

- No poder saltar los resúmenes de ventas.
- No poder leer el periódico.
- La relación con los aldeanos es un poco errática.