
Antes de empezar: la serie ha hecho más de un chiste transfóbico, sobre todo a costa de Lana. Tratar a las mujeres afroamericanas y negras como hombres o de negar su feminidad (especialmente en EEUU) es… Es algo de lo que yo, un señor cis blanco europeo, no debiera hablar. No obstante, es importante tener esto en mente y me parecía deshonesto no mencionarlo en este ensayo sobre mi serie favorita.
Antes de nada: este análisis contiene spoilers. Dicho esto, quería esperar a que saliese la decimosegunda temporada antes de hablar de Archer. Sin embargo, la existencia se interpuso y, claro… Pues ahora tengo que hablar de mi serie favorita porque una de las mejores actrices de doblaje falleció. Tenía unos dieciséis diecisiete o años cuando vi Archer por primera vez. Fue el capítulo cuatro de la primera temporada, Killing Utne. Si tuviese que elegir una frase para definir este capítulo sería, indudablemente, «everyone shoots the chippy!». La primera temporada es algo mezquina. Demasiado mezquina en algunas ocasiones, de hecho. No es la que más me gusta cuando vuelvo a ver la serie entera. Descontando Skytanic, que es el capítulo que utilizo para presentarle la serie a la gente.
Me estoy yendo de madre.
Cuando vi ese momento, no me interesó sobremanera. Supongo que era demasiado parecido al humor «chocante» que utilizaban los dibujos animados «para adultos». Luego, con el tiempo, no sé por qué (recuerdo que acababa de dejar ingeniería y estaba cuidando a la perra de mi tía) me la puse. Un colega me la había recomendado, así que le eché un ojo. De buenas a primeras, la animación de Archer no es gran cosa.
Comienza nuestro análisis de Archer

¡Qué estilazo! Archer y su carácter audiovisual tipo à-la-Lichtenstein —robó su «forma» a otros artistas, pero este no es el momento ni lugar para hablar del arte pop y su impacto para con mi salud mental— sencillo, con líneas gruesas y siluetas per-fec-tas. Todos los personajes son reconocibles a simple vista; sus voces son inconfundibles y el diálogo es impecable. Es complicado transmitir lo brillantes que son los guiones de esta serie sin, literalmente, robarles chistes.
Y, aunque odio a la ley de propiedad intelectual, es mejor no tentar a la suerte con esta clase de cosas que luego hay problemas y claro, no me encuentran y alguien se despierta en un hospital psiquiátrico con amnesia total registrado bajo un nombre falso. Antes de seguir adelante, quizás, debiera hablar de lo que siento al ver Archer. Por alguna razón, es mi… osito de peluche, algo que me da seguridad, algo a lo que aferrarme cuando todo me sobrecoge y supera y sobrepasa.
Entre otras razones es porque, de alguna perversa manera, me veo reflejado en Sterling, una persona que tiene miedo a ser amada, que se niega a ello y que, sin embargo, exige ser amado como quiere por quien quiere. Como a él, me da miedo que nadie me pueda (o quiera) querer. Y, sin embargo, a pesar de ser una persona terrible, le quieren. O, al menos, le toleran e incluyen en sus vidas.
El corazón de Archer

Las tres temporadas del coma (spoiler, supongo) iban un poco de entender qué hace que Sterling sea Sterling, el mejor espía del mundo. Intentaban que el personaje se entendiese a sí mismo. También a sus conocidos. ¿En qué consiste su relación con Lana? ¿Cuál es su conexión con Pam? ¿Y con Krieger? ¿Qué pasa con Cyril? O, finalmente, ¿Cuál es el núcleo de su relación con su madre?
De hecho, eso es lo que dice Malory cuando Sterling despierta de su coma, que (la serie) siempre ha ido de los dos. Por eso, de hecho, decidí sentarme a pensar en esta serie, porque Malory falleció hace un mes y pico o dos. Sin embargo, y volviendo a mi reseña como tal, la decimoprimera temporada no tiene miedo a ser despiadada con su protagonista: ¿Y si Sterling es realmente irrelevante? ¿Y si le va mejor a sus amigos sin él?
Todos los personajes, una y otra vez, hacen referencia a que a la agencia le iba mejor cuando él estaba fuera de servicio. Poco a poco, a medida que avanzan los episodios, todos y cada uno de los personajes vuelven a sus malos comportamientos e inseguridades clásicas. Evidentemente, es por la dinámica necesaria para que la comedia funcione. De hecho, la serie lo dice abiertamente en su último capítulo, pero… ¿Acaso el arte está ahí de una manera meramente textual o hay (suspiro sorprendido) subtexto?
Sí. Hay subtexto

Sí, hay subtexto. Al menos para mí. Por favor, preferiría nadie mirase en mi armario, no vaya a ser que se encuentren con los restos de Adam Reed. Si alguna agencia internacional pregunta no tengo nada que ver con su desaparición. Ahora en serio, dejando la ironía a un lado, todos los personajes de Archer son terribles. De distintas maneras, pero terribles. Eso sí, han ido mejorando —de una manera u otra— con el tiempo. Quizás el equipo de guionistas decidió que algunos de sus chistes eran demasiado mezquinos y crueles (como, por ejemplo, la sexualidad de Pam) y que era mucho más fácil explotar lo terrible que ha sido EE. UU. a lo largo de su historia, dentro y fuera de sus fronteras.
Por ejemplo, es mucho más cómico poner de manifiesto que, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense estaba segregado —pensad muy, muy a fondo sobre por qué esto puede resultar irónico (aunque no tanto cuando pensamos en el impacto que su legislación tuvo sobre Alemania)—. No es cómico por ser gracioso sino porque es algo brutalmente despiadado y crudo: o te ríes o lloras. Como aquella vez que Sterling hizo un chiste a costa de Irán-Contra. O cuando… Perdonad, cuando me pongo a mirar los chistes de la serie tiendo a distraerme. Volvamos a los personajes:
TODOS y cada uno de ellos son terribles. Por ejemplo:
- Sterling Archer:
- Narcisista
- Ególatra.
- Egoísta.
- En una relación abusiva con… bueno, todo el mundo, pero sobre todo con su madre.
- Malory Archer:
- Narcisista
- Ególatra.
- Egoísta.
- En una relación abusiva con… bueno, todo el mundo, pero sobre todo con su hijo.
Ninguno se salva

Centrémonos en la temporada dos. Centrémonos en ellos. Su relación nunca fue positiva. El adjetivo más caritativo que se puede utilizar para definirla es “edípica”. Y esa relación disfuncional, en la que la madre se niega a manifestar amor por el hijo, no es más que una suerte de uróboros que sirve para impulsar la serie. Todo lo que hace (el hijo) es para frustrar a la madre, y viceversa. Es más, Sterling se hace amigo de Ron Cadillac única y exclusivamente porque sabe que su madre «odiaría» que su marido e hijo se llevasen bien. Ahora que Jessica Walter ha fallecido, es obvio que esta parte de la serie no va a poder existir. No se me ocurre nadie que pueda sustituirla y creo que nadie del equipo quiere eso.
Pienso que la serie acabará con esta decimosegunda temporada. Debiera. No obstante, si no lo hace, aún hay algo más que puede ser un motor para la serie: el miedo de Sterling a y su necesidad de ser amado. Eso, junto con su temeridad, es la esencia del personaje. Es alguien que se niega a cambiar y que exige que los demás estén a su nivel. Sin embargo, el secreto de Archer es que, poco a poco, los personajes sí son capaces de cambiar y aprender a tolerarse. Tardan en hacerlo, pero todos y cada uno de ellos, incluso dominados por sus peores impulsos, mejoran.
Supongo que eso es, en realidad, lo que más me gusta de esta serie, me reconforta saber que Sterling pueda cambiar y mejorar. Si él puede, puede que yo también. Pero bueno, no tengo ni idea de nada, así que quiero que sepáis que estamos en zona peligrosa.