Se nota que ya hemos superado el ecuador de la serie, pues Kagome y compañía se enfrentan a peligros cada vez más llamativos en los que la presencia de Naraku es cada vez más constante. Curiosamente, habiendo alcanzado el tomo n.º 18 del manga de InuYasha (y su correspondiente reseña), resulta cada vez más complicado hablar de estas cuestiones sin ser reiterativo.
A fin de cuentas, aunque la trama avanza, nos va dando siempre un poquito de lo mismo. Y no lo digo en el mal sentido. Me refiero a que más allá de las sorpresas y novedades del guion, en 18 tomos dobles (lo que equivaldría a unos 36 normales) ya sabemos perfectamente cómo funciona su narrativa.

Por ejemplo, el ritmo del manga se divide en dos. Por un lado, los eventos, misterios y problemas que surgen siempre se resuelven de manera relativamente rápida. Más allá de los arcos de Naraku, Kikyo, etc. —que siguen activos, y lo estarán hasta el final—, cuando se involucran en una nueva subtrama, no se alarga demasiado.
Por el otro, tenemos la trama de Kagome e Inuyasha, cuya relación va poco a poco, o la propia confrontación con Naraku. Estos son más largos y se desarrollan lentamente. Para compensar la posible falta de ritmo, Rumiko nos ofrece eventos.
Mediante estos va reforzando las sensaciones inmediatas, va cerrando o abriendo hilos importantes para el desarrollo general de su historia, mundo y personajes y le da algo de velocidad a una historia que en otras circunstancias podría considerarse lenta. Y le sale muy bien.
Reseña del manga InuYasha n.º 18 | Portada, sinopsis y edición

Inuyasha y compañía llegan al nido de Tekkei, la madre de la princesa Abi, donde descubren un portal que conecta el mundo de los vivos con el más allá. En su búsqueda de la Joya de las Cuatro Almas, se adentran en el otro mundo y se encuentran con H?senki, el creador de la Perla Negra, quien guarda un fragmento con un propósito desconocido. Mientras tanto, Sessh?maru sigue su propio camino, enfrentándose a guardianes ancestrales. Con enemigos acechando y la corrupción de la Joya extendiéndose, Inuyasha deberá encontrar la manera de superar su mayor desafío hasta ahora.
| Colección | InuYasha vol. 17 de 30 |
| Autoría | Rumiko Takahashi |
| Género | Acción, aventura, romance, fantasía, isekai, isekai invertido |
| Formato | Rústica sin solapas con s/cub. |
| Tamaño y páginas | 21 x 14,8 cm con 352 páginas en b/n |
| Precio | 16,95 € |
| Maquetación | Planeta Cómic |
| Traducción | Marc Bernabé y Verònica Calafell (Daruma) |
| Fecha de lanzamiento | 21 de mayo del 25 |
| Reseñas | Volúmenes anteriores |
En lo que respecta al contenido de este nuevo volumen, sigue siendo tan bueno como siempre. Eso sí, hay un par de erratas en la localización. Recuerdo un «¿Cuándo haces que sales con Kagome» que no termina de encajar. Hay un par así, y aunque no son demasiado graves y se entiende qué quiere decir, están ahí.
Además, el redoble de mi sobrecubierta no encaja del todo, provocando que una de las dobleces internas no se ajuste bien. Esto último creo que solo es cosa mía, pero lo he querido mencionar por si queréis echarle un ojo antes si vais a comprar el susodicho volumen.
Naraku, un villano que refuerza la trama

Dicho esto, la entrega n.º 18 de InuYasha refuerza la posición del semi-demonio como uno de los mayores peligros para el plan de Naraku. Tras reforzar una vez más su espada, adquiere la capacidad de penetrar su escudo, provocando que el antagonista tenga que actuar más agresivamente de lo que a lo mejor le habría gustado.
Su posición de poder se pierde poco a poco debido a que no está en su máximo esplendor, generando un contraste bastante interesante. A diferencia de los villanos cuyo poder es lo suficientemente grande como para acabar con los héroes desde el minuto uno, aquí todos son vulnerables.
Si bien es cierto que Naraku es más poderoso, no puede asumir riesgos para obtener la victoria; el resultado no estaría del todo decidido, dándole más realismo al ritmo general de la obra. En casos como este, lo normal sería acabar con cualquier molestia de un plumazo.

Sin embargo, cuando no estás seguro de poder lograrlo y/o los planes que tramas para conseguirlo salen mal, empiezas a ser más consciente de que debes tomar otro tipo de medidas. En ese sentido, Naraku se perfila como un gran antagonista.
Aporta más allá de su figura de rival de los héroes y ofrece una perspectiva diferente de la historia. Tiene sus propias motivaciones y no actúa por simple maldad. Hay un trasfondo real y su manera de proceder está ‘justificada’ —por decirlo de alguna manera.
Kagome e InuYasha, un amor que ambos aceptan, pero…
En otro orden de cosas, la relación entre Kagome e InuYasha está en uno de sus mejores momentos. Ella ya ha aceptado sus sentimientos, mientras que él está en proceso. La atracción es innegable, pero el sentimiento de culpa para con Kikyo le mantiene más atado de lo que les gustaría.

InuYasha es un esclavo del pasado, y se siente responsable —aunque no lo verbalice— de lo que ocurrió con la sacerdotisa a la que llegó a amar hace mucho tiempo. Este triángulo amoroso permanece, provocando que la figura de Kikyo engendre más odios que amistades, pese a que solo es una esclava de las circunstancias.
Siempre me ha sorprendido lo muy denostada que está su figura y la rabia que parece engendrar cuando es una heroína caída en desgracia que lo ha perdido todo. Su mera existencia está emponzoñada por aquellos quienes recuperaron su alma y, para más inri, el sentimiento de que aquellos a los que amó (románticamente o no) la han sustituido está ahí.
Este es uno de los mayores obstáculos de nuestros protagonistas. Aprender a quererse más allá de las circunstancias y entender que vienen de mundos diferentes está siendo complejo, pero han avanzado mucho. Cada vez tenemos más escenas cotidianas que lo demuestran.


Y tal vez no tengan tanto impacto, pero que Kagome sea capaz de hablar de InuYasha como su novio con sus amigas ya nos dice mucho de cuál es la situación en estos momentos. Y cuando ellas le preguntan cuánto tiempo llevan juntos, él responde que bastante.
Las cosas han evolucionado muchísimo, siendo capaces de decir esto sin cambiar de tema, enfadarse o ruborizarse, dándole mucho peso al hecho de que ambos han llegado a un punto que al principio parecía imposible. Se nota, se agradece y se disfruta.


- Sigue siendo un clásico entre clásicos. Es historia del manga.
- Los personajes son muy únicos y su concepto de isekai es refrescante.
- La edición es de gran calidad y el dibujo, aunque antiguo, tiene mucho encanto.
- La evolución de los personajes principales, secundarios y antagonistas.

- Sigue abusando de ciertas conveniencias de guion.
- Diversos personajes tienen actitudes algo tóxicas.