Tras algún que otro retraso y tras escuchar atentamente a la comunidad, Killing Floor 3 ya está a la venta, y ya tenemos listo nuestro análisis. Uno de los shooters cooperativos más exitosos de la última década regresa con una entrega más futurística, pero manteniendo los pilares de la franquicia.
Y es que la supervivencia sigue estando muy presente la obra de Tripwire Interactive, donde nos enfrentaremos a oleadas y oleadas de enemigos. Aunque también introduce otros nuevos, como un enfoque más claro en la historia y su lore. En definitiva, hay cambios y muchos de ellos positivos, en los que solo el mejor jurado de todos -nosotros, obviamente-, os contamos si estamos ante la mejor entrega de la saga o no.
Una ventana a un mañana que es mejor no imaginar: análisis de Killing Floor 3
La saga nos transporta ahora al año 2091, donde la corporación Horzine Biotech ha desarrollado lo que consideran el “arma biológica definitiva”: los Zeds, criaturas —en algunos casos humanoides— que comercializan por todo el planeta como soldados perfectos.
Nuestra misión será detener esta amenaza formando parte de Nightfall, un grupo rebelde decidido a acabar con el caos que está provocando la corporación.
El juego incorpora fragmentos de lore que enriquecen la narrativa y aportan contexto a lo que ocurre mientras cumplimos las misiones. Resulta especialmente interesante que el códice permita descubrir el origen de muchos de los enemigos que enfrentamos a lo largo de la aventura, aunque algunos apartados pueden adelantar detalles sobre los jefes finales de ronda, funcionando como pequeños spoilers.
Una fórmula que resultará conocida a quienes llevan tiempo siguiendo la serie

El juego nos recibe con un hub central ambientado en un enorme búnker, donde podremos acceder a la armería, la tienda, el sistema de mejoras de personaje y otros servicios. Aunque prácticamente todo está disponible desde el menú principal, este espacio ofrece la oportunidad de explorarlo un poco. Eso sí, tras un par de visitas, lo habitual será ir directamente a lo que importa: la acción… una acción sangrienta y cargada de tensión.
Las partidas, jugables tanto en solitario como en cooperativo, nos desafían a resistir varias oleadas de los temibles Zeds mientras cumplimos misiones secundarias o completamos objetivos adicionales. La interfaz, discreta y bien colocada, muestra en la esquina superior izquierda información clave como el número de enemigos restantes, las rondas pendientes y posibles modificadores que alteren las reglas de la partida.
Dado que se trata de un shooter en primera persona, se agradece la limpieza visual en pantalla, ya que la orientación resulta vital en escenarios laberínticos. Más de una vez, concentrarse demasiado en los enemigos puede acabar con uno acorralado y eliminado en segundos.
Por ahora, la propuesta se limita al modo Supervivencia, aunque cuenta con diversas localizaciones y modificadores que añaden variedad a las partidas. El verdadero valor, no obstante, está en su vertiente online con crossplay, lo que permite compartir la experiencia con amigos y multiplica la diversión.
Y así se mantiene ahora la jugabilidad

Desde el inicio, el juego permite escoger entre varios especialistas, cada uno con un rol definido y equipamiento propio. En mi caso, el ingeniero, acompañado de su dron de ataque, ha sido un salvavidas en más de una ocasión, aunque también hay opciones como el médico o el ninja, que aportan estilos de juego muy distintos.
Cada personaje cuenta con su propio árbol de habilidades, que permite mejorar hasta tres aspectos específicos. Sin embargo, el progreso no es compartido entre especialistas, lo que puede hacer que la evolución resulte algo lenta o incluso tediosa en las primeras horas. Tripwire ya ha confirmado que Killing Floor 3 recibirá futuras actualizaciones para ampliar su contenido, así que esta limitación podría suavizarse con el tiempo.
El sistema de control resulta intuitivo y fácil de dominar tras unas cuantas partidas. Los disparos en DualSense tienen una buena respuesta y el mapeo de botones no presenta sorpresas. Además, es posible compartir parte del dinero obtenido con los compañeros y utilizar una multiherramienta para interactuar con elementos del escenario que nos den ventaja. La única incomodidad notable es la necesidad de pulsar la cruceta derecha para localizar las balizas de reabastecimiento, algo que rompe un poco el ritmo.
En cuanto a los enemigos, su número, agresividad y diseño cumplen con creces, especialmente gracias al sistema M.E.A.T., que permite desmembrar rivales de forma contundente y realizar brutales ejecuciones cuando se acercan demasiado.
Un apartado visual que, en más de una ocasión, logra generar auténtica tensión y poner los nervios a flor de piel

Puede sonar tajante, pero escenarios como el laboratorio con Zeds tras las cristaleras, o las instalaciones militares plagadas de cuerpos destrozados, contribuyen a un ambiente opresivo que recuerda por momentos a lo visto en títulos como Bioshock o el modo Zombies de Call of Duty: Black Ops. Son imágenes que se quedan grabadas, sobre todo cuando algunos de los ‘brutos’ aparecen por sorpresa y te hacen vaciar el cargador sin pensarlo.
La ambientación combina escenarios laberínticos, iluminación cuidada, charcos de sangre, restos mutilados y un diseño de enemigos que genera tensión constante, más allá de la simple cantidad de adversarios. Todo se refuerza con los escalofriantes sonidos de los Zeds, que te acompañan durante la partida. Por suerte, el doblaje de los personajes, además de aportar peso narrativo en los momentos de historia, ofrece en combate un toque de humor que sirve como pequeño respiro entre tanta presión.
Sin embargo, no podemos obviar lo más importante de todo esto, y es el hecho de que el juego se mantiene a una tasa de fotogramas bastante estable. Los 60 fps están siempre asegurados, algo vital cuando jugamos con gente y donde todo cuenta.
Conclusiones finales | Análisis de Killing Floor 3


Killing Floor 3 es, en muchos sentidos, una apuesta por el futuro. Aunque su propuesta de oleadas, especialistas con habilidades únicas y escenarios llenos de tensión logra enganchar desde la primera partida, en estos primeros pasos se siente algo escaso de contenido. Actualmente el título se apoya casi por completo en su modo Supervivencia y en la experiencia cooperativa, algo que, si bien funciona de maravilla gracias al crossplay y a la variedad de roles, podría quedarse corto para quienes busquen una oferta más amplia de modos y misiones.
La ambientación, con sus pasillos laberínticos, iluminación opresiva y grotescos Zeds acechando en cada esquina, consigue generar momentos de auténtico terror y tensión, suavizados de vez en cuando por el humor de los personajes. Sin embargo, su verdadero potencial parece estar aún por llegar. Tripwire ha confirmado que habrá más actualizaciones, enemigos, mapas y opciones jugables en el futuro, por lo que tenemos ahora es solo el primer paso de algo más ambicioso.
Aun así, con amigos la experiencia se multiplica: las oleadas se vuelven un auténtico reto, la coordinación es clave y las risas están aseguradas entre disparos, desmembramientos y huidas desesperadas. Killing Floor 3 ya es divertido, pero podría convertirse en un imprescindible si el contenido prometido llega con la misma calidad que lo visto hasta ahora.


- La ambientación de los escenarios, audiovisualmente es impresionante.
- La variedad de los enemigos y su IA elevada.
- Los jefes dan un vuelco a la partida, muy trabajados.

- Pese a que se esperan actualizaciones, llega con poco contenido
- No está hecho para jugar en solitario.