
Parece que fue ayer cuando escribí por primera vez de la obra de Keigo Maki, pero ya ha pasado casi un año y medio desde que se publicó el primer volumen. Por aquel entonces, sentía mucha curiosidad por el manga, puesto que ya había disfrutado de su anime con anterioridad. Es decir, que me adentré en su universo con un contexto y unas expectativas previas. Hoy, en mi reseña de Shikimori es más que una cara bonita n.º 8, puedo decir que las ha cumplido sin falta.
Ahora bien, también es cierto que, de buenas a primeras, ya sabía donde me metía. Aunque una de las grandes «críticas» que recibió la adaptación animada (allá en su momento) era que no ocurría nada especial, el propio autor nos avisó desde el primer momento. De hecho, Distrito Manga, editorial responsable de su serialización, también lo hizo. ¿Cómo? A través de una etiqueta tan concreta como la de «slice of life».
No por nada, esta describe obras concretas en las que la premisa principal es disfrutar de la rutina y el día a día de un grupo determinado de personajes. Es muy popular. Tanto que en español tiene su propio significado: recuentos de la vida. Seguramente, os suene, puesto que se ha puesto muy de moda, aunque con distintos ámbitos y premisas. En este caso, por su puesto, el eje es el romance en tiempos de instituto mediante el cambio de roles tópico de la sociedad.
Reseña de Shikimori es más que una cara bonita n.º 8 | Portada, sinopsis y edición

El primer encuentro entre Izumi y la madre de Shikimori se convierte en toda una prueba de valor: ¡tendrá que confesar que están en medio de una relación! Pero hay un problema, porque Shikimori está ausente e Izumi no sabe si conseguirá no flaquear durante este momento tan tenso. Tras esta situación, Izumi y Shikimori se ponen manos a la obra para preparar los exámenes finales. La naturaleza competitiva de Shikimori se dispara cuando se apuestan quién sacará la mejor nota. Por otra parte, a medida que se acerca la Navidad, Kamiya se prepara para disfrutar de las fiestas en paz, pero Nekozaki la invita a una celebración que la saca de su zona de confort. ¿Quizá la verdadera alegría navideña implica rodearse de buena compañía?
Colección | Shikimori es más que una cara bonita vol. 8 de 20 |
Autoría | Keigo Maki |
Género | Comedia, romance, slice of life, vida escolar |
Formato | Tapa blanda con sobrecubierta |
Tamaño y páginas | 13,1 cm x 18,1 con 144 páginas en b/n |
Maquetación | Eduardo Ozores Díez (Drac Studio) |
Traducción | Eduardo Ozores Díez (Daruma) |
Fecha de lanzamiento | 05/10/2023 |
Reseñas | Reseña de volúmenes anteriores |
Una vez más, Distrito Manga ha hecho un gran trabajo en lo que respecta a la edición. Tanto la traducción como la maquetación son de buen nivel. Asimismo, los materiales empleados durante la impresión responden a nuestras expectativas como consumidores. Algo especialmente notable, por cierto, ha sido producido con materiales sostenibles.
Un slice of life que busca algo más

Siendo realista, Shikimori es más que una cara bonita se ha acostumbrado muy rápido al concepto de slice of life. O lo que es lo mismo, su autor está muy cómodo haciendo que no ocurra absolutamente nada. Y no lo digo en el mal sentido. Si me habéis seguido hasta aquí y hasta ahora, sabréis perfectamente cuáles son las virtudes de este manga. Algo lógico si tenemos en cuenta que Distrito Manga publicó el primer tomo allá en junio de 2022. Ha pasado más de un año, por lo que a estas alturas de la película ya sabemos qué nos podemos esperar.
Podría decirse que, en cierto modo, Keigo Maki ha perdido parte de la magia de aquellos primeros volúmenes, pero es normal. Cuando estás tan habituado a algo, pierde impacto y, a cambio, obtiene otras cualidades. Véase, por ejemplo, la empatía o el cariño. En efecto, aunque ya no sorprende tanto, el manga ha logrado granjearse nuestro afecto hasta el punto de que es capaz de hacernos sonreír con cada pequeña tontería.
Por suerte, parece que el autor se ha dado cuenta de esto. Es decir, de que, dentro del paroxismo propio de un slice of life, necesitaba algo más. Un elemento disruptor. Una sorpresa. Y lo ha hecho mediante un nuevo personaje que, de una u otra manera, nos ha revelado que el mundo no es de color rosa. Aunque cuando estamos junto con Shikimori e Izumi el mundo parece un lugar maravilloso, debemos recordar que hay vida más allá de su precioso romance.
Un nuevo personaje y un soplo de aire fresco

Esto lo ejemplifica muy bien con Isana, una joven —descrita por todo el grupo como una chica muy atractiva, pero sonrisa de diablilla— que trabaja con Inuzuka. Ahora bien, olvidad cualquier referencia romántica entre ambos, pues su entrada no pasa por el plano amoroso. Es un poquito más mayor que los demás (o eso parece) y, como tal, tiene mucho más en cuenta su futuro profesional. En este caso, Isana sueña con tener su propia cafetería.
O al menos eso es lo que se infiere. Inclusive, roza un poco la obsesión, pues su dormitorio está lleno de anotaciones para hacer un mejor café. Con esto, aunque tal vez de forma inconsciente, el mangaka ofrece una visión un poco más cruda de la vida al resaltar algunas facetas algo más tristes. Por un lado, Isana no tiene casi amigos en los que apoyarse. Su sueño es prácticamente solo suyo y solo unos pocos saben de él.
Seguidamente, que la sociedad tiende a juzgarte muy rápido y que hay pocas personas capaces de entender que el objetivo de alguien sea ser hostelero. En último lugar, Isana refleja la consciencia personal y global. Sin ser un carácter netamente negativo, puesto que siguen siendo adolescentes, el grupo de Shikimori e Izumi lo ve todo desde un prisma a veces demasiado optimista. En su mundo parece no haber grandes problemáticas.
Reseña de Shikimori es más que una cara bonita n.º 8 | Conclusiones: una historia muy enfocada en el romance

Su presencia, por lo tanto, genera un enorme contaste con el ritmo habitual de la obra. Sus planos son algo más oscuros y, en general, parece cargar con un saco de inseguridades bastante pesado. Tanto es así que «envidia» que Inuzuka tan buenos amigos. Es más, se abre muy rápido con Izumi, revelándole su sueño casi a la primera de cambio. Y no es por una conveniencia del guion, sino porque el muchacho tiene ese «poder».
Su actitud cercana, su aura de positivismo, su querer hacer el bien a todo el mundo, su empatía y su amabilidad le convierten en alguien confiable incluso para desconocidos. Inuzuka lo sabe bien, mas no deja de sorprenderse cuando descubre que Isana le ha confesado su mayor secreto. Con esto, aunque de forma también indirecta, el autor hace precisamente lo que más le estaba pidiendo: desarrollar un poco más a sus secundarios.
Sabemos, por fin, porque Inuzuka trabaja tanto, nuevas inquietudes de la madre de Izumi, cómo es la progenitora de Shikimori… Aunque la obra sigue dedicando el 90% de su espacio a la relación de nuestros protagonistas, parece que —por fin— abre un poquito más las alas. No en exceso, no me vayáis a malentender, pero parece que ha dado un primer paso en la dirección adecuada. Curiosamente, lo ha hecho justo en el tomo en el que menos cosas suceden. En esta entrega, solo vemos su día a día sin ningún tipo de evento mayor, por lo que es uno de los más tranquilos. Le ha sentado bien, la verdad, pues le ha permitido desarrollar otros aspectos que tenía un poco más descuidados.


- Divertido y fácil de leer. La narrativa está progresando.
- Buena edición.
- Entretenido y simpático. Su concepto del amor es tierno y llamativo.
- Ignora los llamados «roles de género».
- Buena construcción de personajes principales.
- Los secundarios empiezan a dar más de sí mismos.
- Dibujo limpio, diseño adecuado y ritmo dinámico.

- Los fondos no están demasiado trabajados.
- El concepto de romance japonés es tan lento que a veces es exasperante.